El comandante de la Policía, Patricio Franco, es un hombre de confianza del Gobierno no solo porque supo aplacar la protesta shuar en Morona Santiago, en septiembre del 2009, sino porque desde hace cerca de un año lidera el proyecto estrella de la reforma policial: la modernización del sistema educativo de cadetes (futuros oficiales) y de policías y clases.
Hasta antes del 30 de septiembre, Franco fue director de Educación de la Policía y trabajó con 90 uniformados, bajo su mando, en un rediseño del modelo de educación. Lo hizo en coordinación con el Ministerio del Interior.
En el primer piso de esa Cartera de Estado, en el Centro de Quito, el coronel en retiro Gustavo Lalama muestra, apoyado en diapositivas, que la reforma parte de una redefinición de la doctrina, con base en la Constitución. En su portátil, el subsecretario de Planificación del Ministerio del Interior guarda documentos proporcionados por la Policía, con número de efectivos, requerimientos logísticos e informes. “La malla curricular apuntará a formar policías comunitarios”, dice.
Y destaca que las transformaciones en marcha implican, entre otras, un plan de transparencia y una autodepuración institucional. Allí se enmarcan las investigaciones que adelanta la Inspectoría de la Policía (Asuntos Internos) a posibles hechos de corrupción, como los casos de DD.HH.
Con base en información interna, este año la Dirección de Educación de la Policía dio un paso decisivo: la digitalización de la selección de cadetes -con un programa de aula virtual-, para archivar las calificaciones.
Así, desde mediados de año, los jóvenes aspirantes a la Escuela Superior de Policía rinden pruebas académicas en formularios digitales. Y sus notas son registradas de forma inmediata, con base en una matriz computarizada. El alumno conoce sus calificaciones y sabe si es apto o no.
Este sistema se instauró en la Escuela Superior de Policía (forma a los futuros subtenientes) luego de conocer presuntas irregularidades en la selección anterior: período 2009-2010.
Una investigación de la Inspectoría de la Policía apunta a un coronel en servicio activo por un posible tráfico de cupos. Según la denuncia, que llegó a conocimiento de la Comandancia y del Ministerio, él habría permitido el ingreso de más de un centenar de cadetes que incumplían los requisitos.
Entre otros hechos, por ejemplo, se detectó que el Coronel dispuso que se redujera la calificación mínima de 14/20 a 12/20 para admitir a jóvenes no aptos, que entre septiembre y noviembre del 2009 ingresaron a la Escuela Superior de Policía pese a tener menos de 14 puntos.
Antes del 17 de junio del 2009, el promedio mínimo para ingresar era de 16. Pero ese día, el Consejo de Generales de la Policía dispuso a la Dirección de Educación que “dentro del Proceso de Selección de los Aspirantes a Cadetes de Línea, correspondiente al año lectivo 2009-2010, realice una media aritmética de las pruebas físicas, académicas y entrevistas rendidas por los aspirantes, para obtener un promedio mínimo de 14/20, para ser considerados como aptos y que a su vez hayan aprobado las evaluaciones médicas y psicológicas”.
En el 2009, antes de que Franco llegara a la Dirección de Educación, el Ejecutivo dispuso que además del tradicional proceso de selección de bachilleres se permitiera el ingreso de profesionales (con títulos de tercer y cuarto nivel) a la escuela de cadetes (cuatro años de formación). El proyecto, del Ministerio del Interior, buscaba cambiar el perfil de los oficiales de Policía.
Los cadetes profesionales
El 6 de septiembre del año pasado, 57 profesionales (42 hombres y 15 mujeres) iniciaron clases. Según el informe 285-2010 de Asuntos Internos (AI), 17 aspirantes fueron considerados aptos pese a que sus promedios oscilaban entre 13,34 y 13,93.
Para el oficial responsable, esas calificaciones solo correspondían a las pruebas académicas y físicas, y aún debían ser promediadas con la entrevista (diálogo de la familia y el aspirante con la Comisión de Admisión, cuyo resultado es reservado en la Policía).
Pero familiares de profesionales que quedaron fuera del proceso aseguran que fueron sometidos a pruebas severas. Por ello ningún profesional obtuvo el mínimo de 16/20 en el primer proceso de selección. “Para evitar problemas con el Gobierno, el Consejo de Generales resolvió bajar el promedio a 14/20”, dice un alto oficial de la Policía.
El ingreso de bachilleres
La selección de bachilleres no fue menos anómala, según AI. 200 jóvenes empezaron clases el 18 de octubre del 2009. Sin embargo, la Inspectoría descubrió que 96 de ellos tenían menos de 14 en las pruebas académicas. No obstante, el Coronel responsable del proceso -quien ahora desempeña funciones en el edificio de la Comandancia General de Policía- los consideró aptos.
En ese proceso, además, se determinó que 51 bachilleres que no pasaron las pruebas físicas fueron considerados aptos. Lo mismo ocurrió con 27 jóvenes en las pruebas psicológicas, consideradas vitales para la admisión. De estos, 19 fueron considerados aptos por disposición superior, según la propia Inspectoría.
En las pruebas médicas también hubo irregularidades, dice AI. El Reglamento de Valoración Médica de los Aspirantes a Cadetes y Policías de Línea puntualiza, en el Capítulo V (de las prohibiciones), que “el proceso de evaluación médica no estará sujeto a recalificación alguna”.
47 profesionales que no superaron los exámenes médicos fueron considerados aptos en esta categoría, reza en el informe. Pero 26 jóvenes que no pasaron el examen médico -entre el 11 y el 26 de agosto del 2009- ingresaron a la Escuela solo después de que se efectuó un segundo examen médico, por orden del Coronel.
Un joven profesional que pidió la baja dice que había bachilleres que denunciaban haber pagado para ingresar. Asuntos Internos no lo descarta y aún investiga.
“Para crear más cupos, los profesionales recibieron malos tratos”, sostiene el alto oficial. De los 57 profesionales que entraron en septiembre, 19 pidieron la baja. Sus puestos fueron cubiertos con bachilleres, cuyos procesos de admisión no se ciñeron a los plazos, según AI. De forma similar, otros 17 bachilleres se incorporaron a la Escuela hasta noviembre.
El Coronel, quien ahora está en funciones en el edificio de la Comandancia General de la Policía, sostiene que esos jóvenes ingresaron en unos casos por calificaciones y en otros porque se trataba de familiares de jefes policiales que solicitaban que se les ayudara.
De la selección del 2009-2010, en la Escuela quedan 198 alumnos que ya pasaron a segundo año. Entre ellos hubo quienes sí cumplieron las exigencias. Franco y el Consejo de Generales aún no resuelven el futuro del Coronel señalado por la Inspectoría.
Lalama, frente a su computador, se refiere a la reforma y asegura que un pilar de la doctrina policial es fortalecer la ética.