Hace cinco meses tuve que irme al Centro de Quito para comprar unas piezas electrónicas. Siempre prefiero ir en bus o taxi porque no hay dónde estacionar el vehículo. Sin embargo, ese día estaba apurado y necesitaba comprar unas piezas para reparar un televisor que me encargaron.
Tengo un auto, no es nuevo pero es mi herramienta de trabajo. Recuerdo que decidí por seguridad guardar el automóvil en un estacionamiento.
Por sus condiciones, ese garaje me pareció el sitio más idóneo para guardar mi auto y no preocuparme. Así que ni siquiera me imaginé que podrían robarme o hacerle daño al carro.
Compré los repuestos y enseguida regresé al estacionamiento. Calculo que me demoré unos 25 minutos. Al llegar ingresé a mi vehículo y observé que algo faltaba en el tablero. Me habían robado el radio del carro en el aparcadero.
Antes de salir, yo siempre retiro del auto la memoria del radio, pero los hombres que habían entrado a mi vehículo se sustrajeron el cerebro del aparato. Las personas que se llevaron fueron muy cuidadosas, pues ninguna de las puertas estaba abierta, tampoco había daños. Fue como si nadie hubiera entrado. Enojado y desconcertado, salí caminando hasta la recepción y le reclamé al administrador del estacionamiento.
El hombre me indicó que era imposible que alguien hubiera robado en el lugar. Me aseguró que nunca habían tenido un robo y no me creyó lo que le conté.
Ofendido le dije que pondría la denuncia. Sin embargo, después de hacerlo el encargado me dijo que el seguro del estacionamiento solo cubría un porcentaje del objeto. Decidí abandonar el caso porque me parece que las personas decentes ahora son quienes salen perjudicadas.
Ya ha pasado algún tiempo de esa experiencia, pero aún sigo indignado, sobre todo con las autoridades que no controlan esa clase de lugares.
Incluso luego de unas pocas semanas me enteré que estos robos son frecuentes en ese estacionamiento y que existen varias personas que han tenido problemas similares al mío.
Por esta razón pido a la Policía que investigue este tipo de hechos porque es algo alarmante.
Ya ni en los estacionamientos se puede sentir la confianza de que el auto está seguro. La delincuencia busca la forma de afectarnos como pueda. El radio me costó alrededor de USD 250 y ya tuve que comprar otro. Esta experiencia me sirvió para no ser confiado y cuidar mis pertenencias. Ahora prefiero ir a pie y solo saco mi automóvil cuando salgo a pasear con mi familia por las noches.