A las 07:30 del jueves, Marlon L., de 27 años, se despierta en la acera de las calles Murillo y San Gregorio, a tres cuadras de la Universidad Central, en Quito. “Me quedé bebiendo con los amigos”, relata el estudiante de Administración, aún aturdido, sin zapatos, sin chompa y sin su mochila.
Sin recordar nada, se repone y deambula por los locales comerciales del sector para pedir USD 0,25 y retornar a su casa en bus. Patricio C., propietario de una copiadora del sector, sostiene que encontrar por la madrugada o en las mañanas a los jóvenes en estado etílico o drogados es frecuente en Santa Clara de San Millán.
Desde las 21:00, desconocidos deambulan por los alrededores del mercado Santa Clara y de la universidad. Cuando la bulla de los locales comerciales termina, entre las calles desoladas, ellos expenden narcóticos, como base de coca y marihuana. Los moradores atribuyen los asaltos a adictos de escasos recursos que frecuentan el sector.
El nerviosismo invadió a Claudia L., de 23 años, cuando se dio cuenta de que un desconocido la seguía por la calle Alonso de Mercadillo. Casi por instinto, volteó su cabeza y observó a un hombre alto de chompa gris y zapatos deportivos. Cerca de las 21:15, ella iba a ver a su novio en la Universidad Central. De pronto, sintió la punta de un cuchillo al costado derecho de su torso. Tras la amenaza del delincuente que estaba inducido por alguna droga, entregó su cartera y el celular.
El 63% de asaltos en el Distrito ocurre en la vía pública; y el 20% de estos es perpetrado por una persona. La información corresponde a la Encuesta de Victimización a Personas (2008-2010), del Observatorio Metropolitano de Seguridad Ciudadana.
La Universidad Central es atravesada por dos barrios: la Ciudadela Universitaria y Santa Clara de San Millán. De acuerdo con el informe de Delitos y Violencia del Observatorio, entre enero del 2009 y abril del 2011, en la Ciudadela Universitaria no se reportaron homicidios. No ocurrió lo mismo en Santa Clara, donde en el mismo período hubo 12 crímenes y otras ocho muertes violentas: cuatro por accidentes de tránsito y cuatro accidentales.
Los dos sectores son comerciales; allí se encuentran desde papelerías hasta restaurantes por la demanda del sector estudiantil. Pero llegada la noche, antes de las 19:00, la mayoría de comercios cierra sus puertas.
El lugar queda deshabitado porque incluso las cooperativas de buses dejan de circular a las 20:00 por la Ulloa, dice Patricio C., quien relata que los actos delictivos son comunes en ese sitio. Otros moradores que prefieren el anonimato afirman que en la noche temen caminar por el sector. Riñas, escándalos y personas bebiendo en la calle son parte de la cotidianidad de los dos barrios.
Patricio C. vive allí desde hace 20 años y mantiene su negocio desde hace 11. “No se puede dormir tranquilo. Aquí la mayoría de vecinos duerme con un ojo abierto; nunca se sabe qué va a pasar”.
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Para Daniel Pontón, director del Observatorio, en los lugares con mayor congregación de personas se producen más actos delictivos, ya sea en el día o en la noche. “Pero donde están los estudiantes hay más asaltos”. En la Encuesta de Victimización se detalla que el 32,6% de robos es a alumnos.
En el sector, además de la Universidad Central, se encuentran colegios como el Spellman de Mujeres. Beatriz Navarro, rectora del establecimiento, sostiene que las autoridades y el comité de padres de familia acudieron al Municipio para hablar sobre la inseguridad. Allí les informaron que en la zona hay un ojo de águila.
La Ordenanza nro. 031 del Municipio refiere que “ningún centro de diversión puede instalarse a menos de 200 metros de un centro educativo o de salud”. En el sector hay locales de comida que expenden bebidas alcohólicas.
David Anda, comisario de la Administración Zonal Eugenio Espejo (a cargo de los dos sectores), asegura que en el sitio efectivamente se implantan bares a través de la figura de restaurantes.
En este año se han realizado cinco operativos en los alrededores de la Universidad Central y se han cerrado cinco sitios definitivamente. La comunidad del sector pide mayores medidas y este 2011 ya han tenido ocho reuniones con la Administración Zonal.
Para Anda, el problema se centra en que los mismos jóvenes buscan estos sitios para divertirse después de clases.
Navarro asegura que, debido a los problemas en el sector, en el colegio se han adoptado medidas para proteger a las estudiantes.