El robo de celulares mueve millones de dólares

El lunes, los agentes arrestaron a dos mujeres por supuesto robo de celulares en Quito. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.

El lunes, los agentes arrestaron a dos mujeres por supuesto robo de celulares en Quito. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.

El lunes, los agentes arrestaron a dos mujeres por supuesto robo de celulares en Quito. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.

La estructura criminal es poderosa. Detrás de cada robo de celular operan cuatro grandes grupos. El asaltante, el técnico que modifica el número de identidad del equipo (IMEI), el comerciante que lo exhibe en las cachinerías y el cliente.

En la región, este negocio ilegal mueve entre USD
280 000 y USD 1,2 millones diarios. Esos datos son parte de una investigación que desarrolló la Interpol, con base en las denuncias reportadas en América Latina.

Ecuador es considerado un punto clave dentro de esta estructura. Un porcentaje de teléfonos se vende en locales clandestinos y otro se ‘exporta’ a Colombia, Perú y Venezuela.
Investigadores señalan que para las organizaciones delictivas locales es más fácil modificar en Ecuador el IMEI de los teléfonos con sistema Android. Los dispositivos con otros sistemas operativos salen del país.

Cada día, las operadoras reciben más de 1 600 reportes de robos de móviles, según cifras que entregó a este Diario la Agencia de Regulación y Control de Telecomunicaciones (Arcotel).
El asaltante es el eslabón más bajo en la cadena criminal. Por cada equipo, la organización delictiva le paga entre USD 10 y USD 40, todo depende de la marca y modelo del dispositivo.

Pero hay que tomar en cuenta que los sospechosos pueden hurtar entre 10 y 15 equipos en un día, dice un agente de Inteligencia.

Los policías han identificado que en Quito operan grupos de entre tres y cuatro personas que se dedican a hurtar los celulares. Actúan en mercados, plazas, en los exteriores de centros universitarios, en unidades de transporte público y en concentraciones masivas.

Ese fenómeno se detectó durante la visita del Papa. La misa en el parque Bicentenario, en el norte de la capital, acogió a
900 000 personas. Hubo 35 detenidos por hurto de teléfonos.
Julio fue una de las víctimas. Estuvo en el bloque D5 de ese complejo. Escuchó por el altoparlante que Jorge Mario Bergoglio iniciaría el recorrido en el papamóvil. Se acercó a las vallas para saludarlo y mientras captaba una foto sintió un jalón. No pudo mirar atrás por el tumulto que lo rodeaba.

Tras el robo, llamó a su esposa y le pidió que cambiara las claves de las redes sociales, del correo de la empresa y que bloqueara el chip. Su equipo estaba avaluado en USD 1 129.

A través de Facebook, otros usuarios denunciaron casos similares en el Bicentenario. “A mí me robaron un Samsung S6. Ya está bloqueado y reportado, pero estos son capaces de todo. Qué iras. Por favor, cómo hago para ver si mi celular está entre los que ya hallaron. Dónde hago la denuncia”, escribió Marcos.

Otra víctima alertó de hurtos en el Centro Histórico. “Me arrancharon el teléfono. Estaba con el vidrio del auto no muy bajo, pero fueron segundos y lo peor (de todo) la gente miraba y me decía que vaya a una cachinería, que ahí lo recuperaba”.
“A mí también me pasó exactamente lo mismo”, publicó otro usuario en redes sociales.

El lunes en la noche, durante la visita que hizo el Papa al Palacio de Carondelet, este Diario captó imágenes del arresto de dos mujeres que aprovecharon la aglomeración para robar billeteras, carteras y móviles.

Julio denunció ayer el hurto de su dispositivo. En la Fiscalía le comentaron que su caso no era el único. Otras cuatro quejas se reportaron el jueves por sustracciones registradas en el parque Bicentenario.

Los investigadores de la Interpol advierten que tras los hurtos las mafias movilizan los equipos a locales clandestinos, en donde los técnicos modifican el IMEI. Por cada ‘trabajo’, el experto cobra entre USD 5 y 70. Agentes reconocen que todavía se localizan cachinerías.

El mes pasado, en un solo día, la Intendencia de Pichincha confiscó 202 celulares en un operativo ejecutado en dos locales del sur de Quito.

Los datos de la Arcotel revelan un incremento del 26% de reportes de robos de dispositivos en los primeros cinco meses del 2015, si se lo compara con el mismo período del 2014.

Los buses son otros espacios que aprovechan los asaltantes para perpetrar los hurtos. Agentes metropolitanos señalan que los grupos delictivos se aprovechan sobre todo de los estudiantes y de las mujeres. Actúan entre las 06:00 y 08:00, 12:30 y 14:00 y en las noches.

La Policía aclara que entre dos y tres sospechosos suben a los articulados. Uno de ellos analiza a la víctima, sustrae el celular y lo entrega a sus acompañantes. El autor permanece en el bus y los otros se bajan. Esa operación puede ejecutarse en menos de cinco minutos.

Según las investigaciones de la Interpol, luego de que los técnicos cambian el IMEI, el equipo llega a las cachinerías. Las personas que venden los dispositivos con la etiqueta “de segunda mano” ganan entre USD 20 y USD 150 por cada uno.

La Interpol incluye al comprador de estos celulares dentro de la cadena criminal. Estas personas ‘ahorran’ entre
USD 10 y USD 100 si se toma en cuenta el valor real del mismo teléfono en el mercado legal.

Las autoridades elaboran estrategias para mitigar el delito. Desde el 2012 se han implementado al menos tres: la creación de unidades especializada para combatir a las cachinerías, la exigencia al usuario del registro del IMEI en las operadoras y la firma de un convenio entre Ecuador, Bolivia, Perú y Colombia para bloquear los equipos que se hurten en estos países.

Las cifras demuestran que, pese a esas acciones, cada día hay cientos de víctimas.

En contexto

En los cuatro días que duró la visita de Jorge Mario Bergoglio, la Policía capturó a 44 sospechosos en los parques Bicentenario y Samanes, por robos de celulares y otros equipos tecnológicos. Incluso se difundió un video en el que se observa
la forma de operar.

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