La muerte los sorprendió juntos. Doris, de 15 años, y Jimmy, de 13, estudiaban en el colegio Fiscomisional de la parroquia fronteriza de Santa Bárbara, en Sucumbíos. Sus compañeros dijeron que los dos adolescentes tenían un romance.
Una profesora, que prefirió el anonimato, no se explicaba qué hacían los dos en el campamento del frente 48 de las FARC, que el lunes último fue bombardeado por las Fuerzas Armadas de Colombia. Ahí murieron 16 personas. Entre ellos los dos adolescentes que residían en Ecuador.
Lo único que recordó la maestra es que el 29 de octubre los dos estudiantes paseaban juntos por el patio del colegio. Hablaban animadamente durante un programa en el que los estudiantes saborearon la colada morada, antes del último feriado. Luego no los volvieron a ver.
Los padres de Doris, nacida en Tulcán, Carchi, estaban preocupados. La niña de piel blanca y ojos cafés claros pasaba la semana en el internado del colegio. Los fines de semana viajaba a La Fama, ubicada 15 km al este de Santa Bárbara, donde reside su familia.
Sin embargo, el 5 de noviembre la esperaban y no llegó. Sus progenitores, campesinos dedicados al cultivo de tomate de árbol, presumían que viajó a Tulcán, en donde tenía parientes. Pero luego descubrieron que estaba perdida. La buscaron en el cantón La Bonita, en Sucumbíos, en Julio Andrade (cantón Tulcán) y en el corregimiento colombiano de La Victoria. No la encontraron.
Esta historia se parece a la de Jimmy, nacido en La Victoria, Colombia. Sus padres también buscaron noticias de él en El Carmelo, Ecuador, e Ipiales, Colombia, en donde su padre tiene familiares. Tampoco lo localizaron.
La madrugada del bombardeo los habitantes de La Bonita se despertaron alarmados. “A las 02:30 se escuchó un estruendo y disparos, seguidos del rugir de las turbinas de un avión”. Así describió una campesina, que señaló con el dedo una mancha negra en medio del bosque, en el lado colombiano, cruzando el río Chingual, en donde dormían los guerrilleros que fueron abatidos.
La noche del jueves llegaron los cadáveres a La Bonita. “Mi hija murió a 780 m de la casa. En la zona hay muchos grupos armados”, se lamentaba su padre.
La noticia de la muerte de los dos jóvenes, presuntamente reclutados por las FARC, generó protestas de autoridades. El canciller Ricardo Patiño señaló que “hay que reprochar e indignarnos y exigir no involucrar a niños en actividades de esta naturaleza”.
La presencia de varios menores de edad desempolvó el tema de la participación de niños y adolescentes en el conflicto armado colombiano. Ernesto González, jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas de Ecuador, durante una breve visita a Tulcán, comentó que se conoce que jóvenes ecuatorianos, de ambos sexos, estarían siendo reclutados (por la guerrilla). “Esa es una verdad que no la podemos tapar”, dijo.
En las afueras del Hospital Civil de Ipiales, Colombia, en donde permanecían los cadáveres de los supuestos subversivos abatidos, se concentraron muchas personas. La mayoría, padres de familia que buscaban a sus hijos.
El padre de Doris sospechó que los adolescentes fueron forzados a ingresar a las FARC. “Una vez que son reclutados, ya no pueden regresar al hogar”, comenta. Pero la desaparición de los jóvenes no consta en las estadísticas de las autoridades. La de Doris y Jimmy, durante 15 días, por ejemplo, no fue registrada ni en la Policía ni en la Tenencia Política. Así lo certifica Danilo Guerrero, teniente político de Santa Bárbara. Pero los compañeros de los chicos fallecidos comentaron que son varios los muchachos que se han unido a la guerrilla. “Ellos ofrecen dinero, armas y una vida de aventura”, contó un adolescente.
La presencia de menores de edad en las filas guerrilleras no es un tema nuevo. La revista Semana, de Colombia, cita, en una ar-tículo, que entre noviembre de 1999 y enero de este año, el Ins-tituto Colombiano de Bienestar Familiar ha asistido a 4 224 niños y adolescentes que han sido desmovilizados de grupos armados en Colombia.