Quito y Bogotá dieron vuelta a la página

Las  fuerzas militares   de   Colombia.   Los  soldados durante  una  operación   de     destrucción  de   plantas  ilícitas en  Nariño. Tienen     apoyo   aéreo.

Las fuerzas militares de Colombia. Los soldados durante una operación de destrucción de plantas ilícitas en Nariño. Tienen apoyo aéreo.

Cuatro años después del ataque al campamento de Angostura, en Sucumbíos, las relaciones entre Ecuador y Colombia se encuentran en un punto óptimo. Y parece definitivamente cerrada la herida que abrió la incursión de militares colombianos, que derivó en la ruptura de relaciones.

El presidente colombiano Juan Manuel Santos, cuyo arribo a la presidencial Casa de Nariño el 7 de agosto del 2010 posibilitó el acercamiento con Quito, ha destacado el “excelente nivel” de los nexos bilaterales. En la misma línea, la canciller colombiana, María Ángela Holguín, ha ponderado los avances en la recomposición de los vínculos con Ecuador.

La relación diplomática ingresó en una nueva etapa, muy distinta a aquella durante la cual Santos se desempeñó como ministro de Defensa y ordenó la Operación Fénix, que desembocó en la eliminación de ‘Raúl Reyes’, entonces número dos de las FARC.

Una evidencia de ello constituyen las visitas que el mandatario ecuatoriano, Rafael Correa, efectuó a Cali y a Bogotá, en la primera mitad del año anterior, y que Santos pagó, el pasado 19 de diciembre, cuando arribó a Quito.

La recomposición de los vínculos diplomáticos y comerciales con Ecuador y con Venezuela, países con los cuales se rompieron las relaciones durante el gobierno de Álvaro Uribe, ha sido una prioridad para el actual Jefe de Estado. Así lo asegura Rubén Sánchez, catedrático de la privada Universidad del Rosario de Bogotá y analista de temas internacionales. “Santos siempre ha tenido la ambición de ser un líder regional, que no la ha ocultado, y para ello en primer lugar debía dar por finalizados los conflictos con los vecinos”.

Aparte de terminar con las tensiones con dos vecinos, para Colombia era imperativo reanudar los flujos comerciales, que estuvieron congelados en especial en el 2009, con Ecuador y Venezuela, recuerda Sánchez.

El mejoramiento de las relaciones entre Quito y Bogotá se manifiesta en otros ámbitos de cooperación. Alonso Tobón, analista colombiano, señala que los presidentes Correa y Santos “entendieron que es una necesidad mutua de ambos países la cooperación en materia de seguridad”.

Advierte que esto es por dos razones. Una porque Colombia necesita cerrarle las fronteras a los grupos armados ilegales que buscan refugio en el Ecuador y que se dedican en especial al narcotráfico. Y dos porque el conflicto armado colombiano es un problema también de seguridad para la zona fronteriza del vecino país.

En efecto, el Mandatario colombiano ha enfatizado que existe una coordinación entre las FuerzasArmadas de ambos países. Esa cooperación se complementa de alguna manera con el intercambio de información de Inteligencia, sostiene Tobón, investigador del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac), con sede en Bogotá.

La creciente colaboración militar entre Quito y Bogotá, añade Tobón, se traduce en el operativo que permitió la eliminación física de Oliver Solarte. El encargado del manejo de todo el negocio del narcotráfico de las FARC fue abatido, en marzo del 2011, en el departamento colombiano de Putumayo, en la frontera con Ecuador.

Solarte perteneció al Frente 48 de la guerrilla de corte marxista, el mismo que se encargaba de la protección del también desaparecido alias ‘Raúl Reyes’.

Informes policiales confirmaron que el capo del negocio cocainero de las FARC pasaba temporadas en territorio ecuatoriano y que, además, era el enlace con los carteles mexicanos de la droga.

Gabriel Misas también abona la tesis de que las relaciones entre Quito y Bogotá se han fortalecido en todos los campos, en especial a raíz de la llegada al poder de Santos. Él es investigador y ex director del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (Iepri) de la Universidad Nacional de Colombia. Igualmente advierte sobre una mayor cooperación entre los militares de ambos países que comparten labores e información de Inteligencia.

Esto, para enfrentar a los grupos ilegales colombianos, con las FARC a la cabeza, “que son un enemigo común para ambos”.

Además -asevera- que “hay intercambio de información y una serie de reuniones entre los funcionarios y mandos militares colombianos y ecuatorianos”.

John Marulanda, analista colombiano en temas de seguridad y defensa, insiste en que es necesario profundizar aún más la colaboración militar entre los dos países, en particular para contrarrestar a las FARC en la frontera.

“Faltan planes militares conjuntos para hacer frente a los grupos de guerrilleros que todavía acampan en zonas de Sucumbíos, con el objeto de que sean neutralizados”, dice. Y agrega: “Las FF.AA. ecuatorianas parecen no tener muchos motivos para atacar a esos grupos de guerrilleros, ya que están desarmados. Y una cantidad de ellos está con el estatus de protegidos o desplazados”.

Otra muestra de la cooperación Ecuador-Colombia es la reciente captura en Guayaquil de alias ‘Beto’, investigado por drogas.

La acción en la frontera

Un informe oficial de la Fuerza Terrestre señala que  en el 2011 en la  frontera norte se han encontrado  37 refugios ilegales, 24 casas  sospechosas  habitadas y otras 12 abandonadas.

Dentro de las operaciones armadas -dice el Ejército- también se han hallado  cuatro laboratorios ilegales, nueve plantaciones y  30 400 plantas de droga destruidas por los soldados.
          
El Gobierno reconoce que las FF.AA. operan solo  al  50% de su capacidad operativa.

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