El cadáver de Marcelo M. fue hallado detrás de un montículo de tierra, la tarde del 9 de diciembre del 2009, en El Cinto (sur de Quito).
En las investigaciones se determinó que había sido asesinado por asfixia. Un desconocido lo estranguló al tratar de robarle su taxi, un Hyundai Getz.
“Él tenía la costumbre de almorzar en su casa, a las 14:00, pero jamás llegó. Tampoco contestaba su teléfono celular. Lo buscamos en todos los sitios que frecuentaba, pero nadie supo de su paradero”, relató Mayra C., esposa del fallecido, quien presentó la denuncia.
En la autopsia se conoció que tenía heridas en el cuello. Pero había sido maquillado el rostro para cubrir los cortes y contusiones. Luego se conoció que un desconocido lo había amedrentado hasta matarlo. Él fue condenado a 16 años de reclusión mayor.
Ese es uno de los 512 homicidios registrados en Quito en los últimos dos años, según el Observatorio Metropolitano de Seguridad Ciudadana. Desde entonces, los hechos están matizados por un alto grado de violencia, según el organismo. En el 2009 se reportaron 223 crímenes; en el 2010 hubo 289. En enero de este año se registraron 20 (ver mapa).
Precisamente, según las cifras del Observatorio, Quito reporta un promedio de 20 crímenes al mes desde el 2008 (ese año hubo 238 hechos en la ciudad).
En los tres años, los crímenes por venganza se incrementaron, de 42 en el 2008 a 75 el año pasado. Para Vicente Reinoso, fiscal de Personas y Garantías de Pichincha, los homicidios que se cometen en la actualidad son más violentos que hace 10 años. “Ahora se asesina con mayor alevosía y se producen los asesinatos a traición. Es decir, por la espalda”.
Por ejemplo, “antes se levantaban cadáveres con dos o tres heridas de arma blanca. Ahora se presentan casos con 30 puñaladas o con seis u ocho disparos de arma de fuego. A eso se suman que algunos cuerpos son cercenados, descuartizados, quemados o enterrados para ocultarlos”.
Un crimen atroz se reportó el lunes, a las 18:00, en el barrio El Carmen (Cayambe-Pichincha). Un morador encontró una maleta negra; en ella estaba el cuerpo de un hombre, de unos 40 años, en posición fetal, con una herida de proyectil en la cabeza. Las investigaciones de la Policía determinaron que el cadáver estaba en ese sitio desde hace una semana.
Reinoso refiere que otro crimen con marcados tintes de violencia ocurrió el 25 de noviembre pasado, en Puengasí (nororiente de Quito). Ese día, el cuerpo de Abdón J. fue hallado quemado. Uno de los familiares lo reconoció por las botas que llevaba puesto. Reinoso reitera que “antes no se veía tanta crueldad en las muertes”.
¿Existe relación entre los casos de sicariato y el recrudecimiento de las muertes en el país? Para Luis Ocles, del Centro de Desarrollo y Equidad Racial en el Ecuador (Cedestu), el sicariato es una consecuencia del ambiente que vive el Ecuador en cuanto a la falta de fuentes de trabajo.
A su juicio, los asesinatos y homicidios son más violentos ahora por tres factores: el desempleo, la disfunción familiar y la difusión de programas violentos en la TV.
“Ante la falta de empleo, la gente busca la forma sobrevivir y darle el sustento a su familia. Por eso se inmiscuye en el tráfico de drogas y eso conlleva a otras prácticas delictivas como el sicariato”, señala el dirigente afroecuatoriano.
Agrega que las muertes de personas afrodescendientes en el país son igual de violentas que antes. Cuenta que lo único que ha cambiado es la forma de matar.
“Antes se producían con mayor frecuencia los linchamientos en los que había violencia. Ahora se mata bajo otras modalidades. De ahí, las personas afrodescendientes mueren de la misma forma violenta de antes”, dice Ocles.
Para Édison Loayza, asesor jurídico del Comité Ecuatoriano de Derechos Humanos y Sindicales (Cedhus), los crímenes son más violentos porque los familiares y amigos de las personas privadas de la libertad están resentidos con la sociedad. “Al ver que son mal tratados en los centros de rehabilitación social, actúan con saña frente a la gente”, indicó.
Puntos de Vista
‘La violencia es un símbolo’
Daniel Pontón
Director OMSC
La violencia surge como un medio para conseguir otras cosas. Es decir, sirve para obtener un tipo de protección o ganancia hacia cierto tipo de actividades ilícitas. Por ejemplo, el sicariato por encargo puede ser utilizado por el crimen organizado para resolver las disputas entre bandas, pandillas u otras agrupaciones.
No obstante, las muertes violentas también pueden ser utilizadas como símbolos. Ese es un elemento muy importante para amedrentar a las poblaciones y a las agrupaciones rivales. De esta forma se siembra terror y se establecen propiedades simbólicas.
‘Hay influencias del extranjero’
Luis Saavedra
DD.HH.
Uno de los factores que incide en el incremento de la violencia es la influencia de agrupaciones extranjeras, como es el caso de los paramilitares. También incide la difusión de películas violentas. Ahora hay una mayor diversidad de métodos para delinquir. Por eso, los asaltos, robos u otros actos ilícitos son más violentos que en otras épocas.
Otro nudo crítico está en la justicia, que es inoperante. La impunidad que existe en el país es alarmante. Esa falta de prontitud genera un cuello de botella.
Testimonio
Rodrigo A. (nombre protegido)
Víctima de la inseguridad
‘Sufrí un secuestro exprés, mientras llevaba una torta’
Era el cumpleaños de mi esposa y fui al Centro Comercial El Recreo (sur de Quito) a comprar un pastel. Me di algunas vueltas comprando una cantidad de cosas para la fiesta de ella.
Eran las 19:00 y tomé un taxi para ir a la casa. Subí a uno que estaba parqueado en la avenida Maldonado. Le indiqué al chofer a dónde debía llevarme. Este arrancó enseguida sin decirme ni siquiera cuánto me iba a cobrar.
Un poco al norte del Centro Comercial Chiriyacu hay una calle en forma de L y es un poco oscura. Allí frenó a raya y desde otro carro que iba atrás se subieron dos desconocidos, que me amenazaron con punzones de unos 20 cm.
Me dijeron ‘no alces a ver, no digas nada que vamos a dar unas vueltitas’. Me acuerdo que iba con los ojos cerrados, pero me di cuenta que se dieron cuatro vueltas a la derecha y tres a la izquierda. En eso me rebuscaron todo y encontraron las tarjetas del banco. Con tonos amenazantes me exigieron que les diera las claves.
Detuvieron el carro y me dijeron que iban a ‘chuzarme’, porque solo les di la clave de la tarjeta de débito. De las otras no sabía porque una de ellas recién me habían dado una semana antes y no me sabía de memoria la clave. Mientras trataba de explicar, yo gesticulaba y me obligaban a que bajara las manos.
Se sacaron 450 dólares. Aunque llamé a pedir que bloquearan las tarjetas, no lo hicieron en el banco. También me robaron una grabadora, el celular, las tarjetas, la licencia de conducir sportman, aunque insistían en que querían una licencia profesional.
Como mi trabajo es estar en las cárceles, me di cuenta que el que iba a mi derecha tenía el olor que tienen los reos. Para mí que este recién salió de la cárcel. Sé que no voy a recuperar nada, pero algún rato voy a encontrarlos.
Sentí que mi vida estaba en peligro, porque todo el tiempo me punzaban. Después de dos horas que dieron las vueltas, fueron a dejarme en la parte del cuartel Epiclachima. Al siguiente día puse la denuncia en una comisaría.