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Puerto Arturo es el fortín de Los Choneros

Ese hecho reveló más datos de esta mafia. Puerto Arturo, un sector de la periferia de Chone-Manabí, es el fortín de este grupo.

Sus calles son angostas y de tierra. Las caras nuevas son vistas con recelo por parte de sus pobladores. Un agente dice que los automóviles que usan ya son identificados por sus pobladores. Jairo P. -cuenta la gente- no daba a notar un modo de vida lujoso y que los autos que usaba eran sencillos. “Tenían el Vitara y un Hyundai blanco”, explica el policía.

El agente no sabe cuál era el destino del dinero que obtenía producto de sus hechos delictivos. Pero hay hipótesis: “Ellos vivían como si fuera el último día de su vida. A veces se parqueaban en el malecón de Puerto Arturo con sus automóviles y libaban con música a todo volumen”, sostiene.

A pocos pasos del malecón se encuentra la casa de la madre de Jairo P., sitio donde supuestamente acudía a descansar. Es una casa azul sencilla de dos pisos. Allí funciona una tienda a donde los moradores acuden para abastecerse de víveres. Los vecinos coinciden en que se ganó el aprecio de muchas personas. Hasta dicen que por la presencia de este hombre desaparecieron los pequeños robos y que solo con la ayuda de Jairo P. podían recuperar lo perdido o encontrar a los responsables.

“Él conocía todo lo que ocurría en sus territorios”, indica el gendarme, quien habla con la condición de que no se revele su nombre. “Hay gente que incluso lo veía como un modelo a seguir”.

Ítalo Colamar, alcalde de Chone, habla escuetamente de los Choneros y de Jairo P. “Como la ciudad es pequeña y todos se conocen, saludábamos con él. Como soy médico, algunas veces tuve que atenderlos ”, comenta.

Otro uniformado dice que el grupo delictivo “tiene gente de toda edad, hasta adolescentes”.

La Policía de Chone está prevenida. En la calle está latente la posibilidad de que tras la muerte de su líder, Los Choneros emprendan acciones armadas en contra de los gendarmes.

Un poblador de Chone que prefiere el anonimato afirma que es demasiado el temor que ellos infunden. “Extorsionan a la gente. Si tienen un problema con alguien que sea amigo de ellos era grave. Puedes morir al siguiente día o no sabes a qué estás expuesto. Por 500 dólares te matan”.

Jhon P. tuvo tres detenciones. En dos se lo involucró en asesinato. Una ocurrió en septiembre de 1995, otra en diciembre del 2008 y su última aprehensión se dio en septiembre del 2009, por tenencia ilegal de armas.

“Se lo atrapó en su automóvil con dos ocupantes. Había una pistola y quien conducía era Jairo P,. Pero fue otro quien se atribuyó la propiedad del arma y al líder de ellos no se lo llevó preso, pues no había cargos”, explicó un agente.

Antes de su muerte, Jhon P. estuvo cerca de perder la vida hace siete meses, en Pedernales. Allí, él protagonizó una riña en una discoteca. “Supuestamente alguien lo empujó y se produjo la pelea. Él le disparó a otro. La gente quiso lincharlo y la Policía lo salvó sin saber que se trataba de él”, recuerda el agente.

Hace un mes tuvo una confrontación con la banda Los Joselyn.

Con esta mafia se disputan el poder en Chone y sus alrededores. “Dispararon contra su casa y su auto. Aún quedan las señales de la balacera. Por las características de las balas que usaron era un fusil con el que intentaron matarlo”, explicó otro gendarme. “En esa zona se realizaron patrullajes, porque sabíamos que se iban a dar confrontaciones”.

Un informe al que accedió este Diario revela que las dos organizaciones tienen marcadas sus formas delictivas para operar. Por ejemplo, en asalto y robo en carreteras se ha detectado que actúan de tres a cuatro personas, quienes se embarcan en buses interprovinciales y con armas de fuego y chuchillos asaltan a los ocupantes. Incluso se sabe que tras el atraco se desembarcan en el sector de Bachillero-La Sabana.

En la vía Las Margaritas, los integrantes de estos grupos, a bordo de automotores, interceptan a los vehículos de carga y se llevan la mercadería. Por hechos como estos, la madrugada del 24 de julio pasado se detuvo a Pedro A., Carlos Z. y Nuvia R., quienes también estaban acusados de disparar en contra de Édison C., con el fin de robarle el taxi en el que trabajaba.

Un día después además se apresó a Ramón L., como cómplice de homicidio de Fernando Figueroa. De allí que en el documento que tiene este Diario se indica que para evitar los asaltos y robos en carreteras se realizarán patrullajes las 24 horas, requisas en los transportes de buses interprovinciales, se intensificó el trabajo de Inteligencia para ubicar y detectar a los delincuentes y proceder a su detención en flagrancia.

También se dice que se realizarán controles periódicos en los centros nocturnos, como bares, cantinas, discotecas. Y se montarán operativos para verificar que los dueños de motos y automóviles tengan los documentos en regla y no se presenten problemas.