El obispo Gonzalo López Marañón nunca olvida que en 1971 le dijo al presidente José María Velasco Ibarra que para llegar a Lago Agrio hay que ingresar por Colombia. “¡Cómo es eso señor!”, respondió el vehemente Jefe de Estado. “No hay vías, primero debemos ir a Pasto, de ahí a Puerto Asís, Colombia, para ir a Lago Agrio”. López destaca que el ex presidente Sixto Durán Ballén construyó un tramo de una vía asfaltada de primer orden entre Puerto El Carmen, el más alejado del nororiente, y Lago Agrio. “En los setenta había que emplear cuatro días de ida y cuatro de vuelta para arribar a El Carmen, ahora el viaje toma un día; Durán Ballén quería mucho al Oriente”.Tras confirmar que aquí viven 14 000 colombianos con papeles, lo cual les permite trabajar en varias actividades (los extranjeros son meseros y meseras, empleados en hoteles y farmacias y en múltiples negocios), López revela que los primeros colonos vinieron de Colombia; “no de Loja”, como se pensaba. “Los primeros fueron los Restrepo y los Jaramillo, los lojanos llegaron después, a comienzos de los setenta”.La Iglesia Católica apoya a los refugiados del norte. Pero su gran obra se ve en la educación: en el instituto Crecer Más se preparan 5 000 chicos en profesiones relacionadas con el desarrollo del campo: calidad de suelos y reforestación. La UTE apoya al colegio, cuyos alumnos son campesinos; muchos estudian la noche o los fines de semana y manejan un laboratorio para sus prácticas. En el Colegio Técnico Pacífico Senbranos se preparan 1 200 alumnos. Estudian carreras relacionadas con el petróleo, como electromecánica. Otro factor que contribuye a la paz en Lago Agrio es la próxima inauguración de un moderno centro carcelario, edificado en la vía a El Coca. La Federación de Mujeres de Sucumbíos también cumple una grata tarea social y un centro espiritual, cerca de Lumbaqui, acoge a decenas de personas. “Aquí mucha gente se recarga las pilas para seguir adelante; también vienen los políticos. Nuestra iglesia ha asumido el compromiso de caminar y apoyar a los más pobres”, concluye el obispo López Marañón.