La UPC de Posorja continúa en funcionamiento pese a no tener techo. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
Las marcas negras que dejaron bombas molotov todavía continúan en las paredes de la Unidad de Policía Comunitaria (UPC) de la parroquia Posorja, cantón Guayaquil. Ayer (19 de octubre del 2018) concluyó la limpieza de los escombros que quedaron desde el pasado martes.
Esta dependencia policial es la única que funciona en la comuna pesquera. El techo, los cristales de las ventanas y los equipos informáticos con los que contaba, fueron destruidos por una turba de más de 2 000 personas.
El día del disturbio, tres personas oriundas de Guayaquil fueron linchadas hasta su muerte por un rumor, en la vía pública. Los acusaban de ser presuntos secuestradores de menores. En el sitio de su muerte, feligreses hicieron una misa el jueves por la noche y colocaron alrededor de 100 velas en el piso, formando una cruz.
Debido al incidente, la Policía desplegó un contingente de 70 agentes especializados para el control. Ellos, junto a los 12 uniformados que laboran en el distrito Posorja siguen usando las instalaciones quemadas.
La unidad policial está conformada por tres habitaciones, dos oficinas, una bodega y un comedor con cocina. El 70% del techo fue dañado. El sistema de aire acondicionado también.
Un agente que prefirió mantener en reserva su nombre dijo que se están adecuando para seguir laborando con normalidad. Él labora desde hace ocho meses en el sector. Los agentes que actuaron durante los disturbios están en Guayaquil, según su compañero.
Dos computadoras fueron ya instaladas al pie de un pasillo para poder receptar las denuncias de los moradores. En las habitaciones también falta techo. El agujero abarca la mitad de ese cuarto. Tiene siete literas. Los colchones no tienen sábanas.
A las 10:30 de ayer (19 de octubre del 2018 ) arribaron desde el Puerto Principal 40 agentes de mantenimiento del orden y desde las 11:00 se ejecutaron tres operativos simultáneos de control a motocicletas y vehículos que transitaban en el pueblo. Los uniformados revisaban las matrículas y las placas de los automotores.