‘Tomé la decisión de ingresar a la Metrovía, antes de llegar al Colegio San Gabriel, con el fin de evadir (a un) vehículo”. Esta versión, dada por el policía Wilson Velasteguí Echeverría, consta en la foja 138 de la instrucción fiscal que investiga el accidente de tránsito del 14 de enero, en el cual perdió la vida Natalia Emme.
Según ese expediente, Nº 209-2010-MLS, el policía relata que el jueves 14 acudió a las 08:00 al domicilio de Aliz Borja, esposa del fiscal Washington Pesántez, en el sector de El Pinar, en el norte de Quito. La esperó hasta las 08:30. “La doctora se subió al vehículo como todos los días, en la parte posterior. Me ordenó que nos dirigiéramos al Hospital Baca Ortiz”, donde labora Borja.
Un Grand Vitara verde, de la Policía, los escoltó y siguió de cerca. “Como es de costumbre salimos a la calle Brasil, luego a la Zamora, para bajar a la av. De la Prensa. Luego, a la altura del Club de Oficiales de la Policía, me percaté que un vehículo color plata Grand Vitara, sin placas, tenía una actitud sospechosa, debido a que circulaba muy cerca a la caravana de seguridad”, dijo Velasteguí.
“Luego procedí a disminuir y a aumentar la velocidad del vehículo en distintos tramos, para verificar si el (Vitara plata) seguía con su actitud sospechosa. En vista de que seguía los movimientos que yo realizaba, tomé la decisión de ingresar a la Metrovía”.
Así justifica el uniformado, asignado a la seguridad del Fiscal, la invasión de ese carril exclusivo. Aproximadamente a las 08:45, ese jeep arrolló a Natalia Emme, a la altura de la av. América y García de León, en el norte.
El testimonio que Velasteguí dio el 20 de enero a la fiscal Mariana López es de tres páginas. En la mitad de ese documento relata lo sucedido y en la parte restante responde a nueve preguntas.
Sin embargo, nunca dijo que esa mañana Aliz Borja le informó que debía ir a una emergencia en el Hospital Baca Ortiz.
El 21 de enero, un día después de que el policía declarara en la Fiscalía, Aliz Borja concedió la primera entrevista a un medio. “Wilson (Velasteguí) sabía que tenía una emergencia y quizá por eso usó esa vía. Tengo una paciente que tiene un problema de un retinoblastoma, un tumor que se ha extendido al oído, pero llegó con un problema de columna y yo tenía que ir antes de que la atendiera el neurocirujano. La residente del hospital me llamó a decir que había ingresado y que estaba ahí malita, que vaya”, dijo Aliz Borja a EL COMERCIO.
En su relato a la Fiscalía, Velasteguí dice: “Circulaba por la av. América, en la Metrovía, a la altura de la calle García de León, cuando intempestivamente una chica se abalanzó al vehículo que yo conducía (…), luego de lo cual me aseguré que mi protegida se encuentre en estado normal y me bajé del vehículo, dirigiéndome adonde se encontraba la chica para revisar su condición”.
“Luego de tomarle el pulso, vi que la doctora se estaba acercando a prestar los primeros auxilios, pero al ver que la gente se empezó a aglomerar en el lugar, le dije a la doctora que regrese al vehículo, para precautelar su seguridad”.
En la instrucción fiscal constan los testimonios de dos testigos que afirman haber visto a Velasteguí conduciendo el Grand Vitara SZ blanco de la Fiscalía: Édison López y Matilde Mafla.
López dijo a la Fiscalía que vio el accidente desde su auto y que cuando bajó, para acercarse, vio a Velasteguí en el volante. Sin embargo, señala que “un policía metropolitano tomaba el pulso” de Natalia Emme, tras el accidente.
Mafla dice que conducía su vehículo por la América: “Observé que un Vitara se detuvo bruscamente en el carril de la Metrovía. Una mujer iba en la parte de atrás y de la parte delantera, en el puesto del chofer, salió un hombre”.
Otros seis testigos afirman que Aliz Borja conducía y que, tras el accidente, se cambió de vehículo, al Vitara verde que la escoltaba. “El policía se mostró tranquilo luego del accidente donde murió mi hija. Más bien la mujer entró en desesperación”, señala María Elena Bedoya, madre de Emme.
Velasteguí, quien está detenido, dice en su versión ante la fiscal López: “Por mi preparación policial, sobrellevé esta situación, tratando de mantener la serenidad”.
Él sostiene que “circulaba aproximadamente a 50 km/h”. Pero, según el informe técnico de la Unidad de Investigaciones de Accidentes de Tránsito de la Policía de Pichincha, el Vitara SZ iba “a no menos de 90km/h”.