Rubén Darío Ramírez. Director Centro de Estudios y Análisis en Convivencia y Seguridad Ciudadana Colombia
La inseguridad preocupa en el Ecuador por el crecimiento del sicariato. ¿Se puede comparar con lo ocurrido en Colombia?
No es bueno comparar, pero con una tasa de 11 homicidios por 100 000 habitantes como tienen ustedes, se puede decir que es un problema manejable. La Organización Mundial de la Salud señala que una tasa normal (sin decir que vivimos en el paraíso) es de siete por 100 000 habitantes. Bogotá tiene 23; San Pedro de Sula (Honduras), 90; y Ciudad Juárez (México), 163.
¿Qué percepción tiene sobre inseguridad en Cuenca?Los cuencanos están impactados porque venían de un periodo de bastante tranquilidad. Cualquier episodio de actos violentos, sicariato, hurtos, asaltos’ genera una reacción y un miedo que hay que vencer. Cuenca está muy por debajo, incluso, del índice de inseguridad de Quito y Guayaquil.
Pero en Cuenca la sensación sí es de inseguridad.
Si dijéramos por la reacción de la Marcha blanca (17 de febrero) diríamos que hay reacción positiva. Pero el ciudadano está interesado en hacer un proceso de corresponsabilidad con la administración pública (Policía, Ejército…). Están impactados por unos hechos a los que no estaban acostumbrados. Es mejor que no se acostumbren porque eso que hace que hoy fue un muerto, mañana otro y terminen como nosotros, cada vez que había un muerto decíamos algo debía, a nadie matan por bueno y empezamos a convivir con la muerte.
Según las estadísticas delictivas de Azuay, ¿cuáles son los delitos más recurrentes?
Cuenca es la cuarta ciudad del Ecuador en consumo de drogas. Hay que visibilizar los problemas que pueden generarse en bandas delincuenciales producto del consumo de sustancias psicoactivas. Le siguen el hurto a viviendas que tienen una percepción objetiva y robo de carros.
¿Qué puede aportar el caso colombiano en la lucha contra el sicariato y asaltos a mano armada, considerando que ambos son diferentes?
Cada ciudad tiene sus particularidades y su cultura. Pero los planes y políticas públicas en seguridad deben estar enmarcados dentro de una realidad objetiva de lo que está pasando y previendo lo que puede pasar en cinco o 10 años. El sicariato tiene dos actores: el que comete el crimen (llámese colombiano, peruano’) y la persona que lo contrata, que es de acá. Nadie puede venir a matar a otra persona porque sí, sino porque le pagaron.
El crimen organizado traspasó la frontera. Mucho se habla de la influencia de la delincuencia de Colombia y Perú en los delitos graves.
No podemos buscar los males externamente. En la reunión que mantuvimos con el Consejo de Seguridad Ciudadana de Cuenca hubo muchas quejas de que se alquilan casas o departamentos a mayor precio de lo que valen. Eso quiere decir que está llegando gente con dineros dudosos. Pero ¿quién alquila esos departamentos?, los mismos cuencanos o es que esas casas no tienen dueños.
¿Hay debilidades en las fronteras?
Buscar cerrar las fronteras en este estado de globalización es imposible, es como buscar el muerto río arriba. México y EE.UU. cerraron la frontera y se incrementó la criminalidad porque a mayor prohibición hay mayor ingreso para la criminalidad. Todos los emigrantes centroamericanos que son estafados y muchas veces asesinados por intentar pasar la frontera son atrapados por las bandas delincuenciales que les quitan el dinero y luego los matan. Las cosas hay que enfrentarlas asumiendo un compromiso independientemente de quien cometa el delito.
¿La migración interna también altera la tranquilidad?
Qué frontera se puede cerrar con otras ciudades. Hay que tratar de blindar a la ciudad alertando y dándoles el mensaje a los delincuentes de que aquí no va a ser el paraíso para que vengan a delinquir, a lavar el dinero…
Ante eso, ¿cuál es su propuesta inmediata?
Hay que elaborar un plan de seguridad con la responsabilidad de cada entidad, del ciudadano común y de los medios. El papel de la prensa no es solo informar sino formar ciudadanía, donde el miedo no sea el elemento fundamental, porque es el mejor cultivo para una mayor delincuencia.
¿Y del resto de entidades?
Hay que hacer un trabajo de inteligencia coordinado con la Policía y el Ejército porque pueden ser bandas organizadas. El consumo de droga debe atacarse con campañas abiertas en los planteles educativos para evitar que los jóvenes sean captados por los traficantes de droga no solo para su consumo, sino para el expendio.
¿Los casos de impunidad influyen en el medio?
Claro, eso crea desconfianza de la ciudadanía en la justicia. Pero en la reunión hubo un compromiso de trabajar en coordinación (fiscales, jueces y policías) y eso es fundamental. Pudiera convertirse en una fortaleza para combatir la criminalidad. Fortalecer la administración de justicia no implica aumentar las penas y construir más cárceles, sino tener un proceso judicial donde el delincuente sepa que no puede violar la justicia fácilmente. Eso se consigue con un trabajo interinstitucional.
¿Los policías deben ser de la misma zona?
El Gobernador de Azuay dijo que el 95% de los policías no es de Cuenca y eso tiene implicaciones en el arraigo, en la identidad del ciudadano y que conozca bien la ciudad. La razón de una escuela de Policía en Cuenca es tener una formación que permita conocer al ciudadano del barrio y a su vez que este conozca al policía para que pueda exigirle cuando falle.