El policía Jefferson Burgos, quien el 19 de mayo fuera agredido por hinchas de Guayaquil, ya volvió a su puesto de trabajo. El uniformado pasó 10 días internado en el Hospital de la Policía.
La placa metálica de cinco centímetros de diámetro que le injertaron en el espacio del cráneo donde impactó la pedrada aún le molesta.
Sus compañeros de patrulla bromean con él. “Mi dicen el imán y que tenga cuidado porque se me puede pegar el arma a la cabeza”, dice el uniformado.
La noche en que Burgos fue agredido, la Policía detuvo a 41 personas, quienes salieron poco a poco de la cárcel.
Mañana, en la edición impresa de EL COMERCIO lea la historia completa del policía Burgos.