Un rastro de cera cubrió el piso de caña de la humilde vivienda de la familia Piguave Peñafiel. En la angosta sala, rodeada de fotografías y recuerdos, Honorato Piguave encendió tres velas para despedir a sus hijos Rosmery (2 meses), Gisella (10 años) y Cristóbal (18). Los tres murieron en el accidente del domingo, cuando fueron arrollados por una camioneta mientras esperaban un bus en el km 23 de la Perimetral. Ayer, decenas de personas vestidas de luto esperaban fuera de la casa, ubicada en la cooperativa Unión de Belén, noroeste de Guayaquil. Vecinos, familiares y amigos llegaron al sepelio. Junto a su madre, la pequeña Xiomara recordó a su amiga de aula. “Gisella se llevaba bien con todos. La vamos a extrañar”. Cerca, Alberto Piguave, tío de las víctimas, contestaba una llamada telefónica. A las 14:30, Lucía Peñafiel, madre de las víctimas, operaba en el hospital Luis Vernaza. “Tiene la columna fracturada. Tal vez no vuelva a caminar y no sabemos cómo decirle que sus hijos murieron”. A esa hora, un joven salió con un féretro blanco en brazos. Detrás, primos y tíos portaban otros dos ataúdes. Entre lágrimas, la multitud recorrió las calles polvorientas del sector Paquisha.El lamento de Lidia Pincay, tía abuela de los fallecidos, estremecía a quienes caminaban a su lado. “Adoraba a Cristóbal. Ella lo crió”, dijo Ana, su hija. Con sus uniformes, niños de la escuela Clemencia León Pita y jóvenes del colegio Emilio Uzcátegui encabezaron la marcha fúnebre, que pasó junto a la escuela donde estudió Giselle. El recorrido continuó a la iglesia María Madre de los Huérfanos. Tras la misa, a las 15:30, los hermanos Piguave Peñafiel fueron sepultados en el cementerio Parque de la Paz (Pascuales).