La mototaxi chocó contra otra, poco después de que la abordáramos. No sabemos si fue planeado o pura casualidad. Nos asustamos porque los conductores comenzaron a discutir. Estaba junto a otras dos compañeras del centro educativo donde trabajo.
Habíamos ido con los estudiantes de vacaciones a la playa de Tonsupa, en Esmeraldas. El resto de mototaxis en los que iban las autoridades y estudiantes llegaron a su destino y nosotros seguíamos en medio de la discusión.
De pronto, uno de los conductores le dijo que lo esperaría más adelante para resolver el problema. Ambos estaban bloqueando el paso de la calle principal. Ingresaron a un pasaje oscuro cerca del malecón y de pronto aparecieron otras cinco personas.
Nos amedrantaron. Tenían cuchillos. Nos pidieron todas las pertenencias. Una madre de familia que estaba con nosotros le entregó la cartera. Yo tenía mi billetera en el bolsillo. Intenté ocultarla, pero alcanzaron a verme.
Me patearon en la espalda y me quitaron las cosas. No nos dejaron ni los zapatos que teníamos puestos. Luego, los desconocidos se fueron. Al conductor de la mototaxi también le robaron, pero fue muy extraño porque fue el único al que no le agredieron.
Entonces fuimos en el mismo vehículo al hotel. Para nuestra suerte, en la calle principal apareció un patrullero con policías. Les contamos lo que había ocurrido y detuvieron al conductor del mototaxi para investigaciones.
Dimos una vuelta con la Policía para ver si encontrábamos a los que nos asaltaron, pero no lo conseguimos. A los estudiantes no les dijimos lo que ocurrió, para no asustarlos. Pero los directivos del plantel tomamos la decisión de retornar inmediatamente a nuestra ciudad.