Juan Carlos Lincango junto a su esposa Erlinda acudieron a la Fiscalia para pedir celeridad por el caso de su hijo Angelo que fue encontrado muerto en el puente de Gualo. Foto: Galo Paguay / El Comercio
Los padres de Angelo Santiago Lincango, de 20 años, viven una pesadilla desde la mañana del jueves 13 de diciembre del 2018. Ese día, el cadáver del joven fue hallado al fondo de la quebrada de Gualo, ubicada en el oriente de Quito.
Ese caso generó conmoción en las redes sociales. Lo último que se supo de él fue que el lunes 11 estuvo junto a una exenamorada en un bar cerca de la Universidad Central bebiendo cerveza. Luego, ambos tomaron un taxi para dejar a la chica en su casa de Llano Chico y luego el paradero del joven fue desconocido.
El hecho fue reportado en la Dirección Nacional de Delitos Contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones, Extorsión y Secuestros (Dinased). Tras el hallazgo de la víctima, en su informe prelimilar, esa entidad presume que “a consecuencia de terminar con su novia habría tomado la decisión de saltar del puente”.
La familia del joven no cree en esa conclusión. La razón: Angelo tenía metas y sueños profesionales por cumplir, nunca dio muestras de tratar de quitarse la vida. Cursaba el último nivel de la carrera de director técnico en el instituto de la Federación Ecuatoriana de Fútbol.
Su objetivo era ser uno de los mejores entrenadores del país y dirigir en el extranjero. Con sus compañeros incluso planificaba realizar una pasantía en el club inglés Manchester United en donde milita el ecuatoriano Antonio Valencia. Además, él y un amigo lograron el subcampeonato como entrenadores del equipo femenino del Colegio 24 de Mayo, lo cual le motivó a especializarse en ese deporte.
También soñaba en construirle una casa a su madre luego de proclamarse campeón como entrenador en una importante liga del balompié internacional.
Juan Carlos Lincango, padre del joven, pide a la Policía que las investigaciones se realicen con mayor celeridad, pues se han demorado demasiado tiempo en los trámites. Asimismo, que se revisen los videos captados por las cámaras de seguridad ubicadas en los alrededores del puente de Gualo para verificar si su hijo se arrojó por su cuenta o si otras personas lo hicieron.
En su casa, los hermanos del fallecido están afectados emocionalmente. Maelo tiene 9 años y Angelo era su referente, pues juega en las categorías infantiles de fútbol y lo guiaba. Le enseñaba a moverse dentro del campo de juego y cómo entender las tácticas y estrategias del balompié. Todavía pregunta por él y llora al recordarlo. Sus padres le consuelan cuando lo observan triste y decaído. Lo mismo hacen con Karla, de 22, su hermana mayor.
Los papás de la víctima insistieron en que las indagaciones se realicen con eficiencia y celeridad. Les llama mucho la atención que, en la autopsia, el chip del celular del fallecido fue encontrado en su esófago. “Algo hubo que lo estaban persiguiendo y al verse amenazado… hay información en ese chip. Entonces se lo tragó y al teléfono nunca lo soltó de su mano, le botaron con todo al vacío”, precisó Lincango.
Erlinda Cóndor, mamá de Angelo, fue la última persona con quien él se contactó a las 19:00 del 11 de diciembre. Le escribió un mensaje de texto: “pilas, pilas mayor. Ya llego a la casa jajaja”. Ante eso, los padres piden que se investigue el hecho con mayor profundidad, pues no creen que se haya suicidado.
Los progenitores también solicitaron a los policías que indaguen unas supuestas amenazas que su hijo habría recibido antes de morir.