Orlando Q., acusado de ser el supuesto asesino de Antonio Olivo, de 21 años, fue sentenciado ayer a cinco años de trabajo comunitario en Guantopolo. Él no podrá abandonar el pueblo durante este tiempo. El control estará a cargo de los comuneros y la familia.
En la tarde y en medio de un fuerte frío, el joven recibió 14 latigazos que le propinaron los dirigentes de la Unión de Organizaciones Indígenas de La Cocha, que lo mantenían retenido desde hace 13 días en la comunidad.Orlando Q. también deberá pagar una indemnización a María Luisa Pallo, madre de la víctima, aunque hasta ayer no se estableció el monto. Esa fue la decisión que adoptaron los 24 cabildos reunidos ayer en una sesión que duró cuatro horas.
La reunión inició a las 10:00 en la casa comunal. Al menos 500 vecinos de Guantopolo llegaron para presenciar el castigo en La Cocha, ubicada a 3 kilómetros de la parroquia Zumbahua, en Cotopaxi. Al mirar al presunto autor del crimen, María Luisa Pallo, madre de Antonio, se alteró e intentó golpearlo con un madero. “Asesino, asesino”, gritaba, mientras sus familiares la calmaban.
En la polvorienta cancha central cercana a la sede de las organizaciones, más de 3 000 personas miraban la sanción que consistió en un baño con agua fría, ortiga y látigo. El castigo duró 70 minutos. Todo el tiempo tuvo las manos atadas con cuerdas y el cuerpo desnudo cubierto con ortiga.
Luego, las mujeres del pueblo lo bañaron con agua helada.
En ese momento los ánimos de los dos bandos se encendieron. Los familiares de Olivo comenzaron a lanzar piedras sobre Orlando Q. Los dirigentes en los altos parlantes pidieron la calma.
El castigo siguió. Cargado un costal de tierra fue obligado a caminar desnudo por la plaza central del pueblo. “Soy inocente, no he matado a nadie”, decía mientras se abría paso entre los comuneros que presenciaron el hecho.
Pero en la mañana, los dirigentes proyectaron en la casa comunal dos videos. En el primero, Orlando Q., narró con lujo de detalles cómo supuestamente mató a Olivo. En el segundo, este joven de 22 años, se declaró inocente.
En las imágenes que se miraron por un televisor, Orlando Q., dijo que vivía en Quito y que por cinco ocasiones consumió marihuana.
Esto indignó a los comuneros, que pidieron que los cinco implicados en el asesinato inicien de inmediato una rehabilitación.
El pasado domingo 9 de mayo, Antonio Olivo, de 21 años, fue asesinado a golpes y luego ahorcado con su propia correa en el parque central de la parroquia.
En los últimos dos años, más de 40 casos por robo, violación, asesinatos, adulterio, etc., se resolvieron con la justicia indígena.
Pero la muerte de Olivo fue diferente dice Vicente Tibán, fiscal de Asuntos Indígenas de Cotopaxi. El funcionario se refiere a la violencia con que mataron al joven.
En los exteriores de la casa prefabricada, donde sesionaban los dirigentes, los familiares del fallecido pidieron que el supuesto autor de los hechos sea enviado a la justicia convencional. “No queremos que salga libre solo con el castigo, debe pagar por lo que hizo”, decían sin identificarse.
Orlando Q. permanecerá en la comunidad vigilada por sus dirigentes. Si en algún momento llegase a escapar, ellos y los comuneros decidirán las acciones que se tomarán en ese momento.
A las 17:35 terminó el castigo y la gente volvió a sus comunidades. El supuesto autor del crimen se quedó en medio de la plaza hasta que sus familiares lo rodearon y lo vistieron. Poco a poco se alejó del lugar y debió caminar por lo menos un kilómetro, porque hasta las 18:00, la vía de ingreso a La Cocha permanecía bloqueada con una barricada de maderos y árboles.
Así permaneció toda la semana, ante las noticias que aseguraban que ingresarían autoridades de la Fiscalía General del Estado y otras personas ajenas al lugar.