Cuando recuerdan su historia ella prefiere ser indiferente. Deambula por la humilde casa de madera, pero es como si no estuviera.
Es difícil no lograr oír la voz quebrantada de Esperanza, su madre. Su relato se va por las hendijas de las paredes de caña.
Ella busca cómo escapar. Toma un celular y activa la radio. El chillido estridente de los audífonos la hace olvidar por un momento.
A ratos se mordisquea las uñas, y mira fijamente el rastro de esmalte que poco a poco desaparece de tanto lavar la ropa de su bebé.
Esa es otra de sus distracciones, su hijo de apenas 7 meses. Juguetea con él, sonríe, lo siente en sus piernas, le da el pecho. Es como si fuera un muñeco en sus brazos.
La adolescente, de 14 años, está aprendiendo a ser madre.
“Nunca pensé que le pudiera hacer algo así. Yo ayudé a criar a sus hijas. Él siempre decía que era como una hija más… y me confié”, dice con indignación Esperanza.
En la casa que alquilan por USD 30 al mes, en una zona popular del noroeste de Guayaquil, casi no hay espacio. En un rincón está una mesa endeble, a un lado una cocineta oxidada, al girar una vieja repisa y junto está una cuna.
La hija de Esperanza se acerca callada. Ese silencio lo guardó por varios meses. Tenía 13 años y cursaba el séptimo de básica en una escuela particular, en la vía a Daule. Ahí comenzó esa historia que ahora esquiva.
11 meses de un caso confuso
Esperanza laboraba en el bar del plantel. Por más de 15 años dice haber conocido al supuesto dueño de la escuela, Jorge Heriberto Glas Viejó, de 71 años. “Me le dieron los estudios a la niña ahí mismo. Pero el año pasado a veces el director la llevaba dizque para hacerla ver de la vista. Era mentira”. Ella denunció a Glas Viejó por presunto abuso sexual a su hija.
“La embarazó. Me enteré cuando le hice unos exámenes porque se ponía mal en las clases. Cuando me dijo quién era el padre se puso a llorar… era don Jorge”.
En su versión en la Fiscalía la niña dijo que en horas de clase Glas Viejó la llevaba en su auto a un motel cercano. “La amenazaba y la violaba”, según su declaración.
“Me decía que si no hacía lo que él quería le haría daño a mi madre con un arma que tenía”, respondió ante el fiscal de flagrancia Víctor León Tenorio, el primero en asumir el caso tras la denuncia del 28 de septiembre del 2011.
Glas Viejó compareció en la Policía Judicial, pero no fue detenido. Al poco tiempo desapareció.
Durante las investigaciones. Él negó los hechos. “Niego totalmente la denuncia que se me está formulando. Todo esto es una mentira que está fraguada, no sé por qué motivo”.
Después dijo: “Tengo 71 años y en fecha reciente fui operado de corazón abierto. Me colocaron tres baipases y tomo ocho pastillas diarias para prevenir un infarto. Por motivo de mi edad y mi dolencia cardiaca y las pastillas que tengo obligadamente que tomar no soy capaz de mantener biológicamente una relación sexual”.
Esperanza dice que en la Fiscalía su caso ha tenido “varios traspiés”. Una de las agentes, que ahora es jueza penal del Guayas, no aceleró el pedido de prueba de ADN para corroborar la paternidad del niño. Ella dirigió la investigación desde octubre del 2011 hasta julio pasado.
Otro problema -sostiene la mujer- fue con sus primeros abogados. En el expediente de indagación previa número 298-2011 aparece un documento firmado por la madre y su hija en el que piden a la Fiscal que “se pronuncie en derecho desestimando la denuncia”. “Me engañaron. Me hicieron firmar esos papeles que nunca siquiera los leí”.
Para ella resultó extraño que sus abogados (eran tres, entre ellos uno de la escuela donde laboró) estaban más preocupados por tramitar la compra de un terreno en una zona urbano marginal de la ciudad, “que por seguir un juicio o fijar una pensión de alimentos”. En su lugar -dice la mujer- una profesora de la escuela dirigida por el sospechoso iba a la casa cada semana y le daba USD 50.
Una pensión provisional
El Colegio de Abogados del Guayas asumió la defensa de Esperanza y su hija. La semana pasada presentaron dos demandas ante la Unidad Judicial de la Familia, Niñez y Mujer de Guayaquil: por presunción de paternidad y por pensión alimenticia. La jueza Martha Guerrero Macías, de la Unidad 3, la dirige.
Hasta su despacho llegaron el pasado viernes para una breve audiencia. Ahí, Pedro Granja, secretario del Colegio de Abogados, dijo que “en caso de que él (Glas Viejó) no quiera pagar, tendrá que hacerlo su hijo (el ministro Jorge Glas Espinel)”.
El lunes, la jueza Guerrero notificó una pensión mensual de USD 79,42, el equivalente al 27,20% del salario básico unificado. Granja rechaza la cifra y que la jueza no oficiara al Servicio de Rentas Internas, Registro de la Propiedad y Mercantil para evaluar los bienes del demandado.
En estos procesos, Glas Viejó no tiene defensa. Y en la escuela que supuestamente dirigía, intervenida por la Dirección de Educación, nadie conoce su paradero.
La cifra fijada por la jueza es una de las más bajas de la tabla de pensiones. La abogada Beatriz Bordes, presidenta de la Fundación María Guare, recalca que es provisional y que los abogados podrían subir la pensión si consiguen las pruebas necesarias.
Bordes enfatiza que este tipo de juicios, en los que están de por medio niños, deben resolverse con celeridad. Pero de su experiencia en la fundación indica que demoran hasta dos años.
Hasta marzo, cuando finalizó un convenio de dos años con el Infa, la Fundación María Guare trató 350 casos de abuso sexual a niños y niñas. “No solo es la violación, sino el proceso legal que es traumático”.
Entre la niñez y ser madre
El viernes, la hija de Esperanza prefirió no ir a la audiencia. Pero para otros trámites debe asistir con el bebé. El 27 de septiembre la niña deberá acudir a la Cruz Roja. Ahí le tomarán las muestras para la prueba de ADN.
Hasta mientras aguarda en casa, donde conserva un álbum de fotos con la familia de Glas Viejó: cumpleaños, paseos, actividades en la escuela… La niña las mira y las deja pasar rápidamente.
En su cuarto no hay puerta. En su lugar cuelga una cortina que ella cosió. No ha podido culminar sus estudios, así que siguió un curso de costura. Ha intentado conseguir un empleo, pero no la aceptan por ser menor. Esperanza recuerda el día que le hicieron la cesárea. Fue el 24 de enero. “Al principio no quería tener al bebé”. Ella intenta ahogar las palabras de su madre llamando insistentemente al niño por su nombre…
Las medidas judiciales
El 28 de septiembre del 2011 Glas Viejó dio su versión ante la PJ. No fue detenido, pues la orden de prisión preventiva fue dictada cuatro horas después.
Los abogados de la menor solicitaron al Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) que exija justicia por este caso.
Se tiene previsto que la defensa de la niña viaje a Estados Unidos para llevar el caso al Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. También anunciaron que denunciarán a Glas Viejó ante la Interpol.