Los ocho hombres vestidos con uniforme militar asesinaron a tres personas, quemaron una casa y huyeron. El triple crimen ocurrió el 2 de julio en Los Pericos, un recinto enclavado entre plantaciones de maíz, a donde se llega por un estrecho camino que se abrió al siguiente día del hecho. El lugar pertenece a La Unión, población de Santa Ana, al este de Manabí.
Casi un mes después de las muertes, las únicas seis familias que viven allí aún sienten miedo.
Los vecinos no hablan del tema y el teniente político, Emilio Rezabala, solo dice que pidió al Comando de Policía más resguardo.
Hace dos semanas, agentes llegaron al lugar y recorrieron las cenizas que quedaron de la casa de Adelinda D. En medio de los desechos solo se observan restos de una máquina que la señora compró hace dos décadas. Ella es abuela de los tres jóvenes asesinados y madre de Enrique y Gonzalo G., que quedaron heridos.
La señora vio cómo los desconocidos detuvieron y esposaron primero a los adultos y luego a los jóvenes. Los siguió y observó que estaban recostados boca abajo y que, en presencia de los niños, dos hombres musculosos sacaron las armas y dispararon contra Nixon E., Rafael G. y Pedro M.
Gonzalo G. recuerda que uno de ellos, que le pisaba el cuello, sugirió matar a una mujer, pero que otro se negó. Tras los tiros estuvo a punto de desmayarse y alcanzó a oír que al siguiente día volverían “con más militares”.
Los agentes dicen que este mensaje es clave, porque podrían cumplir el anuncio. Una fuente policial revela que tras la investigación también se escuchó hablar de una posible limpieza social, aunque tampoco se descarta vínculos con el narcotráfico.
La Policía Antinarcóticos señala que precisamente Manabí es la primera provincia en cuanto al decomiso de productos ilícitos (ver cuadro). Los crímenes y homicidios también son frecuentes. En el 2009, la Policía registró 260 muertes violentas y entre enero y abril del 2010 sumaron 82 casos.
Uno de los policías que opera en La Unión confiesa que allí las muertes por venganza son comunes y ya suman siete en el 2010.
En el cementerio del lugar, un hombre pequeño, que lleva un sombrero de ala ancha, muestra la fosa en donde están enterrados los nietos de Adelinda D. “Les metieron en un solo lugar y eso ya no asusta. Aquí matan, se entierra y todo queda en el olvido”, narra.
En Manabí el triple crimen de Los Pericos no es nuevo. Hace dos meses, cuatro personas también vestidas con uniforme militar fingieron un puesto de control y en la vía que une la población de Lodana y el cantón 24 de Mayo (cercano a Santa Ana) detuvieron a la camioneta en que viajaba una pareja. Los campesinos fueron obligados a bajarse del auto y fueron acribillados sin que hasta ahora se conozca a los responsables.
La fuente policial no descarta que en los dos casos esté involucrado el mismo grupo, que operan en “ciertos sectores” de cantones, como El Carmen, Santa Ana, 24 de Mayo y Pichincha.
La Policía ha detectado que en este año, en Pichincha aumentaron las muertes violentas.
El asesinato del policía Juan Efraín Barreto Bravo, de 30 años, marcó a la zona. El crimen ocurrió el 1 de marzo último en San Pedro, a siete cuadras del centro urbano. Este parecía una muerte más, pero los vecinos del lugar comentan que el asesinato fue por encargo. El gendarme llegó a la zona a bordo de su vehículo por un asunto personal. Eran las 20:00 y dos individuos que se movilizaban sobre una motocicleta se acercaron y lo mataron disparándole con un arma de fuego, según la investigación.
Desde entonces las muertes de este tipo han continuado. Dos personas del El Empalme (noreste del Guayas), fronteriza con Pichincha también fueron asesinadas. Yela P., quien se dedicaba a prestar dinero y la concejala alterna de Pichincha, María Eugenia Macías, fueron acribilladas por sicarios, relatan los agentes.
Paralelamente, también se ha incrementado la actividad de los narcos. Desde hace cuatro meses dos laboratorios de procesamiento de clorhidrato de cocaína fueron desmantelados. Uno operaba en la parroquia Barragante y fue descubierto a fines de marzo. A fines de mayo se halló otro en el sitio Palma Junta, un recinto limítrofe con el cantón Portoviejo.
El alcalde de Pichincha, Domingo López, dice que hay varios factores que hacen de la zona un sitio altamente vulnerable: la vía San Plácido-Pichincha que comunica hacia Portoviejo y Manta está destrozada. Es imposible circular por esa carretera, no hay controles, los ocho policías asignados para el cantón no se alcanzan para realizar los patrullajes.
El hallazgo de los laboratorios de procesamiento de cocaína ya es palabra mayor, comenta uno de los empresarios de Pichincha. “Estamos rodeados de extranjeros, eso todo mundo lo sabe. Llegan con el pretexto de hacer rifas, prestan dinero y quien sabe qué más existirá detrás de ellos”.
Y nadie se explica que en las noches, vehículos 4X4 de lujo cruzan a altas velocidades hacia El Empalme. Una fuente de Inteligencia revela que de este sector, los sicarios pasan a Pichincha y que incluso son autores de la muerte del policía. Y dice que son organizaciones con influencia en Manta, Portoviejo y Chone.
En Pichincha ya se cuentan ocho muertes violentas y la mayoría está en sectores rurales.