En apenas 12 días una mujer sufrió dos asaltos en Cumbayá y Quito

Imagen referencial. Uno de los asaltos a la mujer ocurrió mientras conducía un taxi en el norte de Quito. Foto: Pixabay

Imagen referencial. Uno de los asaltos a la mujer ocurrió mientras conducía un taxi en el norte de Quito. Foto: Pixabay

Imagen referencial. Uno de los asaltos a la mujer ocurrió mientras conducía un taxi en el norte de Quito. Foto: Pixabay

Lorena (nombre protegido), de 38 años, sufrió un asalto cuando salió a trabajar en el automóvil de su prima, al mediodía del jueves 11 de febrero del 2021, en una zona abandonada cerca de Lumbisí y San Francisco de Pinsha, en la parroquia Cumbayá, en el oriente de Quito.

Los delincuentes la amarraron y abandonaron a la intemperie en medio de la vegetación. Doce días después, a las 17:30 del martes 23 de febrero, Lorena fue víctima de otro robo mientras conducía el taxi de su padre en el norte de Quito.

A continuación su testimonio:

“Me siento frustrada ya que he sido víctima de la inseguridad dos veces en pocos días. El 11 de febrero me ahorcaron y amarraron para robar mi teléfono celular y el dinero que había juntado en la caja. Me abandonaron en medio de la vegetación en una zona alejada, muy cerca de Lumbisí.

Me propuse recuperarme de ese golpe anímico y salí a trabajar inmediatamente con una aplicación. Sin embargo, la tarde del martes 23 de febrero me volvieron a robar mientras me movilizaba con dirección a una ferretería para comprar un pedido que me hizo un cliente. Ocurrió en la intersección de las avenidas 10 de Agosto y República (norte de Quito).

Iba con las ventanas del carro cerradas y hacía mucho calor. Estornudé y abrí la ventana del conductor para que ingrese un poco de aire, también rocié alcohol al interior del automóvil. Me timbró el celular, contesté la llamada y puse el teléfono móvil a la altura del volante. Observé por los espejos retrovisores y nadie apareció cuando el semáforo cambió a rojo. Sin embargo, en un momento de descuido llegó un hombre y rápidamente me lo arranchó.

El delincuente cruzó la avenida 10 de Agosto y escapó en una motocicleta que iba en sentido contrario de la vía. No pude reaccionar, sentí mucha indignación. Subí por la Atahualpa, traté de buscarlo, me di vuelta por la República sin obtener resultados. Finalmente me estacioné en la calle Núñez de Vela para llorar inconsolablemente porque me arrebataron el celular que compré hace menos de dos semanas. No acabo de pagarlo y ya me lo quitaron.

Al otro día acudí a pedir ayuda con los dueños de los locales de ese sector para ver si tenían cámaras de seguridad, pero nadie me hizo caso. Iba a denunciar el robo del celular, pero no lo hice porque nada se saca con ello. Mi papá me tranquilizó y me dijo que mejor agradezca a Dios porque los delincuentes no me hicieron daño.

Insistí con la denuncia que puse en la Policía Judicial por el asalto que sufrí en Cumbayá. No obstante, la situación es la misma porque los agentes no me dan respuestas. En una ocasión, tres chicas que trabajaban allí me pidieron el nombre y número de cédula de la persona que me asaltó, lo cual me parece completamente ridículo.

Se trata de un ladrón y obviamente él nunca me dio su nombre y número de cédula de identidad. No entiendo ¿por qué hacen esa clase de preguntas carentes de sentido para seguir con las investigaciones? Es ilógico. Además, regresé la semana pasada y me enteré que perdieron mi expediente.

Por suerte tenía unas copias guardadas en mi carpeta y les entregué a los policías. Hasta ahora no me ayudan, es una situación muy decepcionante. Hoy regresé y me indicaron que ya me asignaron un agente para mi caso, pero él comenzará a investigar lo que me pasó desde el miércoles 3 de marzo porque hasta mañana él se encuentra franco, descansando”.

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