La muerte de miles de narcotraficantes en los últimos cinco años en México en el combate en su contra encabezado por el Gobierno está propiciando que esposas, hermanas e hijas avancen en puestos dentro de los cárteles que hasta ahora estaban reservados a los hombres.
Así lo refleja el estudio ‘Las jefas del narco’, escrito por Arturo Santamaría, investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa. En el documento se advierte que esto va a fortalecer al narcotráfico, “lo va a hacer más difícil de combatirlo, porque pareciera que lo están haciendo con más inteligencia”, dice el investigador.
El texto compila los trabajos de investigadores y periodistas e incluye entrevistas y seguimiento a algunas mujeres que han abandonado su papel, limitado dentro de esas organizaciones delincuenciales, para ocupar posiciones de mando.
Santamaría asegura que esas mujeres empezaron con tareas en la extracción de goma de la amapola, una actividad que necesita delicadeza y paciencia.
Desde que el presidente Felipe Calderón inició, en diciembre del 2006, una ofensiva contra el crimen organizado con la participación del Ejército, han muerto cerca de 60 000 personas en enfrentamientos entre los cárteles y de estos con la Fuerza Pública. “El grueso de los muertos son hombres dedicados al narco”, sostiene Santamaría, quien añade que eso provocó un “relevo obligatorio” en las estructuras criminales.
En el estado de Sinaloa (noroeste), cuna de los principales capos mexicanos, el relevo se produjo de forma casi natural porque muchas convivieron con el narcotráfico desde que nacieron.