Ruth Montenegro, madre de Valentina C., solicitó justicia y celeridad en la investigación sobre las causas de la muerte de su hija de 11 años de edad. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Abrir los ojos cada mañana, ver el cielo azul y sentir el sol sobre la piel. Lejos de ser una sensación de bienestar, para Ruth Montenegro se ha convertido en un tormento. Saber que ella está viva y que su pequeña Valentina nunca más volverá a reír, cantar o tocar su amada flauta, le duele.
Valentina era una niña tranquila, juguetona y alegre. La música era su vida. A penas tenía 11 años y, como primer atril, era la flautista más destacada de la Banda Sinfónica del Conservatorio Nacional de Música. Su futuro se truncó el 23 de junio pasado, cuando desapareció.
Desde entonces solo hay preguntas: ¿Qué pasó con Valentina? Ese 23 de junio, la pequeña no llegó a su ensayo en el Conservatorio. Su madre la buscó durante tres horas por el edificio, habló con sus compañeros y hasta un profesor le dijo que sí la vieron allí. Pero Valentina no aparecía.
Si no estaba en el Conservatorio, Ruth creía que podía haberse quedado en la escuela. Cuando llegó, a las 19:50, la institución ya estaba cerrada, las luces estaban apagadas y nadie respondía a sus gritos.
Las horas pasaban y Valentina no llamaba la casa, nadie sabía de su paradero y sus padres se preocuparon más. La buscaron por la línea de la Ecovía, pues creían que pudo haber tomado un bus. La buscaron el barrio, entre sus compañeras, pero nadie la había visto.
La mañana siguiente, los padres regresaron a la escuela, estaban a pocos metros de ingresar a la institución cuando recibieron una llamada que les indicaba que la niña se encontraba allí.
“Estaba tranquila, me dije qué bueno, ya la encontramos”. Pero la alegría duró poco. Al cruzar la puerta, lo primero que la madre miró fue la mochila de su hija en el suelo, luego, en un rincón del patio estaba su niña acostada, pudo ver sus piernas cubiertas con una sábana. Su rostro también estaba tapado.
“Ese momento se acabó todo”, relata Ruth. Desde que Valentina murió, no siente alegría y lo único que le infunde fortaleza es la lucha por la verdad, porque se haga justicia, porque a ninguna otra niña le pase lo mismo.
Ha transcurrido más de un mes y todavía los padres no saben qué paso con la niña. Ruth asegura que hay dos informes de la autopsia que se contradicen completamente. El primero indica que la niña fue abusada sexualmente y asfixiada; en el segundo, se menciona que murió por un accidente, pero no se precisa las causas.
Entonces las preguntas se hacen interminables: ¿Por qué Valentina no salió de la escuela? ¿Quién se lo impidió? ¿Por qué no llamó a casa? ¿Por qué nadie la vio? “Según los peritos, mi hija murió a las 18:30, pero el colegio está abierto hasta las 19:00, significa que todavía había gente adentro y si el cuerpo estaba en el patio, tenían que haberla visto”.
La Fiscalía maneja este caso con reserva, pues todavía está en etapa de instrucción fiscal. Esta institución investiga la muerte de Valentina con un enfoque de violencia de género y la Unidad que lleva el caso es justamente especializada en violencia sexual y contra la mujer.
En esta lucha se ha unido Justicia para Vanesa y Surkuna, colectivos que buscan justicia para otras mujeres en el país que fueron víctimas de femicidio. “Ni una menos y Justicia para Valentina” son las etiquetas con los que iniciaron la campaña a través de las redes sociales.
“No es solo la muerte de Valentina, esto es solo una expresión de la violencia contra las niñas en nuestra sociedad. Cuántas más deben morir, cuántos padres deben sufrir porque dejan a sus hijos al cuidado de escuelas, pensando que velarán por ellos”, explica Ruth Montenegro.
El colegio en donde estudiaba la niña se encuentra cerrado durante los dos últimos días que este Diario ha buscado una aclaración. Tampoco han contestado las llamadas telefónicas.
Según datos de la Dinased, de enero a junio de este año se registraron 15 muertes violentas entre niños de hasta 15 años en el país. En el 2015, la Fiscalía reportó 59 femicidios. En Pichincha ocurrieron el 15% de los casos.