Del dolor y la justicia germinan las más grandes luchas. Aquellas que duran toda la vida. Efraín Segarra, Paúl Rivas y Javier Ortega son sinónimo de lucha, una que inició el 26 de marzo del 2018. Hacían lo que todo periodista alberga en su vocación: contar las historias incómodas, retratar a través de la pluma y el lente lo que se esconde en los pueblos olvidados. En medio de una cobertura en la frontera norte entre Ecuador y Colombia los secuestraron grupos disidentes de las FARC, en Mataje (Esmeraldas). Y después, los mataron. 93 días se clamó por su regreso, 93 días en los que se elevó un grito permanente: ¡Nadie se cansa!
La mañana de este viernes, 29 de junio del 2018, sus familiares, amigos y el pueblo ecuatoriano les dieron el último adiós en una misa de honras fúnebres, celebrada en la iglesia La Dolorosa, en el norte de la capital.
También acudieron autoridades de Gobierno, como el canciller José Valencia, el presidente del Cpccs transitorio Julio César Trujillo y las asambleístas María Mercedes Cuesta y Paola Vintimilla.
Fotos: Armando Prado y Patricio Terán / EL COMERCIO
A Efraín lo llamaban ‘Segarrita’. De mirada apacible, el conductor se convirtió en un periodista, pero sobre todo en un amigo más. Su sonrisa siempre estuvo en sintonía con su amor por los animales y se mantenía a la vanguardia tecnológica. Él era el ‘Rey de las Selfies’, aquellas con las que retrató cada ciudad que logró visitar en sus 60 años de vida. Es recordado por todos por su gran amabilidad y su gran sentido de servicio.
Paúl pintó luz. Una carrera prometedora en el campo publicitario lo esperaba. Pero su vocación lo alcanzó y su colección de cámaras analógicas lo confirma. Su ojo -de denuncia, de sed de justicia y de clamor libertario- aparece fácilmente en las cientos de fotográfias que graficaron las páginas más duras de diario EL COMERCIO durante los 20 años que prestó su lente.
La sonrisa de ‘Javi’ se recuerda con lucidez. Es más fuerte ahora que no está. Era un sabueso de la información. Todos evocan su regreso al Ecuador, cuando se casó con el periodismo. Su pluma se entrenó ocho años. Más que sus textos impecables y poblados de contundencia, es su personalidad, su ‘don de gente’, su empatía con el otro y su transparencia lo que trasciende en el país. El ‘Pisti’, El ‘Pistacho’, ‘Javito’ vive en el corazón de los suyos. De él se queda en el recuerdo su sentido de la responsabilidad y la precisión.
Así se recordó a los tres que siempre faltarán.
Familiares, amigos y ciudadanos asistieron a la misa de honras fúnebres. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
La ceremonia religiosa de este viernes fue presidida por Monseñor Eugenio Arellano, presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana y obispo de la diócesis de Esmeraldas. Su sermón levantó la bandera del perdón y la paz, una espiga que debe cultivarse por quienes le toman la posta al equipo periodístico. Ese, afirmó, es el verdadero desarrollo de las naciones.
“Es verdad que consiguieron matar a Javier, Paúl y Efraín, pero no conseguirán matar nuestra esperanza y nuestra sed de justicia”, dijo Arellano.
El Presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana se refirió a la situación de inseguridad en la frontera con Colombia. Manifestó que la muerte de los tres “tienen que ayudarnos a la sociedad ecuatoriana a posicionarnos firmemente ante ciertos problemas que nos atañan a todos. No solucionaremos los problemas de la frontera invirtiendo en armas. Lo solucionaremos con desarrollo, con educación de calidad en aquella gente. Lo solucionaremos con la presencia de salud en la zona”.
También, mencionó la frase que se hizo eco desde que se conoció del plagio. “Nos faltan tres” y señaló que la ausencia de Efraín, Javier y Paúl debe hacer que “pongamos la mirada en quienes trabajan en comunicación, en lo arriesgado de su profesión. Mi mayor respeto para todos ustedes comunicadores sociales”.
Arellano hizo llegar las condolencias y palabras de Andrés Carrascosa, representante del papa Francisco para Ecuador.
Momento del ofertorio en la misa por Efraín, Javier y Paúl. Foto: Carla Sandoval / EL COMERCIO
La consigna raíz de la lucha protagonizó las ofrendas. ‘Nadie Se Cansa. POR UN PAÍS DE PAZ’ apareció en el centro de la ceremonia. Los aplausos resonaron en la iglesia. Se pidió por su descanso eterno, por un alivio en el que las cadenas ya no existen. “Los periodistas trabajan por los otros. Es una vocación de servicio. Somos las voces de los que no tienen voz”. Se elevó su memoria, su eternidad, por la historia que contaron con su vida.
Al final de la ceremonia dio unas palabras Yadira Aguagallo, pareja de Paúl Rivas.“Nos Faltan 3 no porque se hayan ido, no porque fallecieron; sino por que nos los arrebataron, los asesinaron. Detrás de ellos, están todos los desaparecidos del Ecuador. Luchamos por su memoria para hacer que nuestras vidas, sean cada minuto, un homenaje a las vidas de Efraín, Paúl y Javier. Para que el periodismo le haga frente al miedo con más periodismo; para decir la verdad, para que la verdad sea revelada, esa que es una verdad que estas tres familias luchan por descubrir. Justicia para quienes lo hicieron, justicia para los que dejaron que pase y justicia para los que no lo pudieron impedir. La historia de Efraín, Paúl y Javier marca un antes y un después en la vida ecuatoriana”, declaró.
A continuación se escuchó en el templo un grito de “Nadie se cansa”. Luego empezó a sonar una melodía con las frases: “Chao compañeros nuestros hoy que se nos van. Chao compañeros buenos”. El cantante Jaime Guevara pronunciaba las palabras acompañado de su guitarra.
Las lágrimas no pudieron evitarse y es que no hay duda: Siempre nos faltarán tres. Abrazado, unánime, con una lucha que inicia se despidió a los periodistas. Los féretros fueron sacados del templo alrededor de las 11:45. Un ciudadano manifestó su tristeza diciendo “hasta el cielo llora”, refiriéndose a la presencia de llovizna. Los aplausos continuaron aún con el templo vacío.
Se trasladó a los cuerpos de Efraín, Javier y Paúl hasta la funeraria Memorial Necrópoli, en el norte de Quito. Allí se les dio sepultura.
El legado de Efraín, Javier y Paúl trasciende la muerte. Se hermana con los suyos, con el grito que aún resuena en la Plaza Grande. Ese ¡Nadie se cansa! que es inabarcable. Ha vuelto la luz. Y el adiós, entonces, muta en permanencia. Están más vivos que nunca.
Una ceremonia también se realizó esta mañana en la iglesia la Merced, en Guayaquil, en honor al equipo periodístico de EL COMERCIO. Comunicadores del Diario en el Puerto Principal, colegas y ciudadanos asistieron a la misa.
Misa en Guayasquil. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
En contexto
Este viernes, el alcalde Quito, Mauricio Rodas, publicó en redes sociales un mensaje de solidaridad. “Nunca los olvidaremos queridos Pául, Javier y Efraín. Su amor por la vida, la familia y su profesión nos inspirarán por siempre. Su partida no será en vano: hoy más que nunca estaremos unidos para defender a nuestra democracia y la paz. #SiempreNosFaltarán3”, la publicación estuvo acompañada de un comunicado.
El jueves, 21 de junio del 2018, las autoridades de Colombia informaron sobre el hallazgo de cuerpos en una zona de rural de Tumaco. Días después, el 25 de junio, el fiscal General de ese país, Néstor Humberto Martínez, dio a conocer que tres de los cuatro cadáveres eran de Efraín, Javier y Paúl.
El miércoles, 27 de junio, los cuerpos del equipo de prensa de este Diario fueron trasladados desde Cali hacia Ecuador, en un avión de la Fuerza Áerea Ecuatoriana (FAE). La aeronave fue recibida con chorros de agua de dos motobombas de los Bomberos de Quito, este es un acto protocolar que se lleva acabo cuando llegan personalidades o en este caso por la relevancia de los hechos. En le pista del Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre familiares y amigos hicieron una calle de honor.
Los cuerpos de Javier, Paúl y Efraín fueron recibidos con un arco de agua en el Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre. Foto: EL COMERCIO
Ese mismo día los cuerpos fueron trasladados a la funeraria Memorial Necropolí, en el norte de la capital.
En la tarde se los veló en una ceremonia íntima en las instalaciones de diario EL COMERCIO. Allí sus compañeros los recibieron con una calle de honor, portaban banderas con los rostros de Efraín, Javier y Paúl. Además, decían “Nadie se cansa”, frase insignia que se gritó en los plantones que se realizaron desde que se conoció del plagio.
La mañana del 28 de junio sus compañeros del medio de comunicación los despidieron en medio de aplausos y lágrimas. Los cuerpos fueron trasladados a las 10:00 a la iglesia La Dolorosa para una capilla ardiente abierta a la ciudadanía.
En los exteriores de la iglesia La Dolorosa. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
El jueves allegados y ciudadanos acudieron al templo para honrar a Efraín, Javier y Paúl. Los féretros estuvieron cubiertos por banderas del Ecuador y portaban el nombre de cada uno. A su alrededor se pusieron varios arreglos florales donde se visualizaban papeles con mensajes de solidaridad. A las 18:00 se efectuó una misa que tuvo una asistencia masiva.