En las últimas horas se conoció del fallecimiento de dos migrantes ecuatorianos y otro que está desaparecido al caer al río Bravo, cuando intentaba cruzar la frontera hacia Estados Unidos. Las familias buscan ayuda económica para repatriar los cuerpos.
Se trata de los jóvenes Jazmín Lema, Carlos Calderón y Vicente Lavanda, oriundos de Azuay y Loja, en el sur del país. El último caso es el de Lema, de 21 años y oriunda de Cuenca. Según el medio virtual El Vocero Azuay, ella migró con su hija de tres años de edad.
Su hermana Jéssica, de 25 años, contó que la despidió en el aeropuerto de Quito y de allí partieron hacia México. El sueño de Jazmín era ser maestra y se preparó para rendir el examen de ingreso a la Universidad, pero ante la crisis económica decidió abandonar el país.
Entonces contrató a un coyote para que le ayude a cruzar la frontera como indocumentada. Jéssica relata que cuando le escribía a su hermana le decía que estaba bien. La única novedad fue que la niña vomitaba y que por eso comía solo frutas, pero se repuso.
El coyote le había dicho que si viajaba con niños era más fácil pasar y la oferta era llevarlas en bus hasta el punto más cerca de la frontera. De allí debían correr por unos 10 minutos, entregarse a la patrulla que custodia la zona y que por estar con la niña la dejarían pasar.
“El coyote le había dicho que es la manera como supuestamente están cruzando en este tiempo”, dice Jéssica. Pero no fue así. Jazmín caminó con su hija y un grupo de migrantes por el desierto, largas horas y bajo una intensa ola de calor.
De pronto Jazmín se desmayó y el individuo que los guiaba la abandonó. Solo un compatriota del grupo, con el que Jazmín había hecho amistad, se quedó en el sitio para reanimarla. Con el paso de los minutos y solos en el desierto la joven falleció.
Entonces el joven caminó con la niña en brazos hasta una carretera para pedir ayuda y fueron detenidos por los agentes de Migración. Esa información la supo Jéssica por una llamada telefónica que recibió de la madre del joven.
Jéssica contó que cuando le preguntó al joven si su hermana sufrió mucho le respondió: “caminamos bastante y cuando se desmayó empezó a delirar y perdió la conciencia. La nena estaba a su lado llorando. No sabía qué hacer, eso fue traumático y decidí salir a pedir ayuda”.
Más allá de ser una migrante es una hija, una nieta, una madre y una hermana la que pierde la vida, comenta entre lágrimas Jéssica. La familia abrió una cuenta en Go Fundme para conseguir donaciones para costear la repatriación del cuerpo, porque no tienen dinero.
De esa misma forma, la familia Calderón intenta reunir alrededor de USD 15 000 para repatriar el cuerpo de Carlos, de 24 años, oriundo del cantón azuayo de Paute. Él murió en el desierto de Carrizo-Spring, en el fronterizo estado de Texas.
Por uno de los compañeros de la travesía, Fernando, hermano de Carlos, conoció que llevaban tres días caminando y que, en suelo estadounidense, bebieron agua de una poza de ganado porque estaban agotados. Además, Carlos comió chocolate y de allí se sintió mal. Se desmayó y convulsionó.
El traficante de personas que los acompañaba también lo abandonó. Su cuerpo fue encontrado en el desierto y fue identificado por la cédula de identidad que llevaba en su bolsillo. Carlos estudiaba en la Universidad Nacional de Educación de Azogues para ser maestro.
Pero por la falta de trabajo y de dinero para continuar con los estudios migró pagando USD 16 000 por el viaje. Ese dinero lo obtuvo mediante préstamo bancario. “Estamos endeudados y por eso no tenemos dinero para traer el cuerpo de mi hermano”, dijo Fernando.
En cambio, el lojano Vicente Lavanda, de 28 años, está desaparecido al caer a las aguas del río Bravo, que separa a México de Estados Unidos. Él y otros migrantes eran transportados en una boya que se viró y Vicente nunca salió de las correntosas aguas.
Ese accidente habría ocurrido el 18 de agosto. El joven deja a dos menores de edad, de cuatro y siete años de edad. Su familia pide a las autoridades de Ecuador que gestionen la búsqueda para localizar el cuerpo y traerlo a su natal Loja.
Con ellos aumenta la cifra de fallecidos y desaparecidos en la frontera que tiene la zonal 6 del Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana. Entre 1 de enero y el 27 de agosto había 35 fallecidos y 35 migrantes desaparecidos, de los cuales 20 fueron localizados.