‘La migración no es la única causa de la inseguridad’

Cuenca dejó de ser la ciudad tranquila y segura. Ahora las muertes violentas y los asaltos son recurrentes. ¿Cuál es su lectura sobre la inseguridad en la ciudad?

Ese es el precio que se paga por ser una ciudad desarrollada. Antes era una urbe pequeña con hombres grandes, llena de virtudes, culta y con poetas. Esa fue la Cuenca de nuestros padres.

¿Cuándo cambió?

Hay diferentes etapas. En la década del setenta empieza con el auge de la migración del campo a la ciudad y luego hacia Estados Unidos y Canadá. Entonces, la introducción de culturas diferentes a la nuestra influye sin la presencia de los padres. Ahora hay abuelos de familia y por más esfuerzo que hagan los niños y adolescentes se crían sin valores, con falta de ética, incluso con un libertinaje. De allí viene la creación de las pandillas. Pasaron las décadas y llegó la introducción de culturas con vestimentas extrañas. Con el tiempo muchos pasaron de un grupo de amigos a la delincuencia como forma de vivir. Eso también ha ocurrido en países industrializados.

Al margen de la migración, ¿qué otros factores inciden en la inseguridad?

La delincuencia va alcanzado ribetes poco antes conocidos. Las principales aristas son el desempleo, la pobreza, se ha perdido toda ética. El Ministerio de Educación tiene que introducir otro tipo de materias para orientar positivamente a los niños.

En los asaltos aparecen con frecuencia ciudadanos extranjeros. ¿Qué opina?

La apertura de las fronteras, por supuesto, es otro problema. Es cierto que no se puede mezclar una manzana podrida con el resto y por ello es necesario tener un orden. No es indispensable únicamente la cédula, hay que usar más tecnología. Las estadísticas dicen que el mayor número de robos es realizado por ecuatorianos. Es obvio, por el número de población, pero si se ingresa a los centros de rehabilitación parecen escuelas del delito. No hay políticas donde haya verdaderas rehabilitaciones.

¿Cuándo se incrementó la inseguridad en la urbe?

La inseguridad empieza a perder control desde los años setenta, pero coincidencialmente con la crisis de la migración. No culpo al factor migratorio que sea la única causa para la inseguridad. Talvez diría que en esa época hubo un auge porque el país creció desordenadamente con las industrias y esto fue un atractivo para la inseguridad, los sectores económicos. Los márgenes de pobreza aumentaron.

¿Qué hacer?

Hay que educar y no desintegrarnos como familia. La prensa no debe caer en el morbo con titulares sensacionalistas y por ello los medios de comunicación también tienen parte de culpa. La televisión, con sus novelas de violencia, está enseñando cómo robar. Ahora no hay unión barrial, no sabemos quién es nuestro vecino y de allí los asaltos.

¿Y la seguridad jurídica?

El mal llamado palacio de la moneda también nos afecta. Para denunciar el robo de un teléfono de USD 100 nos cuesta USD 200. El sistema de justicia está corrompido. En Cuenca el sistema es bueno pero sí he escuchado a ‘distinguidos’ juristas que no hay señales de tránsito que van y retiran, cortan, desaparecen las señales de tránsito, que hacen ese tipo de artimañas, ese tipo de mecanismos.

¿La gente reclama porque paga una tasa de seguridad?

La tasa de seguridad no debe considerarse como impuesto sino como el compromiso de todo ser humano. La Policía tiene su propio presupuesto, pero los gobiernos locales deben impulsar y fomentar que la policía se introduzca en la comunidad.

¿El tema de seguridad se escapa de las manos a las autoridades locales?

Cuenca no está en la deriva de la delincuencia. Creo que espeluzna, ataca, pero no estamos en ese nivel. Hechos como lo de la familia Vega alarma, crea incertidumbre, el anterior fin de semana murieron seis personas por incidencias de licor y no fue noticia. Lo importante es involucrarnos todos y atacar todas las aristas citadas. La organización barrial es importante, en donde todos nos conozcamos, que salgamos a jugar fútbol, ecuavóley, como antes y sin temores.

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