‘Los policías detenidos dicen que Hernán (Cedeño) está en Colombia. Si es así les pido por favor que lo traigan y que comprueben lo que dicen, porque esta angustia me está matando. Devuélvanme a mi hijo”.
La mañana del 30 de septiembre (del 2009) mi hijo (Hernán Cedeño) me llamó a pedir la bendición. No sabía que iba a ser la última vez que lo escuchara.
Ese día hablé 15 minutos con él, mientras desayunaba en mi casa de San Pedro, una parroquia rural de Portoviejo. Al despedirse dijo que en Quito le iba bien, que siempre me cuidaría y colgó.
Hernán es el cuarto de mis siete hijos. Todos nacieron y crecieron en San Pedro. Yo vivo allá, pero hace 14 años él dejó el pueblo para viajar a la capital.
Decía que quería hacer cosas grandes y que se iba siempre a Ipiales (Colombia) para comprar ropa y revenderla en Quito.
Estaba en plena etapa de su mejor vida a la fecha de su desaparición; apenas tenía 33 años.
Ese septiembre, la vida cambió por completo para toda mi familia. Al siguiente día se comunicaron por teléfono conmigo, pero era para decir que mi hijo estaba desaparecido desde la mañana anterior. Estaban desesperados. Yo tengo presión alta y casi me desmayo de la impresión.
Traté de tranquilizarme y esperé noticias, pero hasta ahora no lo encontramos por ningún lado. Poco a poco nos enteramos que minutos después de que hablara conmigo, él y sus tres hijastros entraron a la Cárcel de Mujeres (norte de Quito). Él iba a visitar a su pareja que estaba detenida.
Luego se supo que al salir de allí los cuatro fueron detenidos por unos policías que tenían un sello que decía GAO (Grupo de Apoyo Operacional). Los tres hijastros pudieron salvarse y contaron cómo fueron maltratados. A mi hijo lo torturaron los del GAO. Los muchachos dicen que esa misma noche, los policías los sacaron de las celdas de la Policía Judicial y los llevaron en dos carros. Uno de ellos (Fabricio Pico) escapó de un carro y logró botarse a una quebrada por Nono.
Estoy convencida de que los chicos no hicieron nada, que no asaltaron el Banco Rumiñahui, como intentan hacer creer.
Al tiempo que estudiaba en la escuela (12 de Octubre) y en el colegio (Lorga Vallejo), mi hijo trabajaba vendiendo periódicos y pollos en Portoviejo. Cuando tuvo nueve años lo quisieron meter en problemas, pero también salió bien, porque era inocente.
Los policías lo detuvieron, porque decían que no tenía permiso para vender, pero ese mismo día lo dejaron en libertad.
Le gustaba bailar salsa, pero jamás se metía en problemas con nadie. Tenía muchos amigos.
Desde los 19 años se crió sin papá, pero no por eso se dañó. Siempre fue responsable. Siempre que podía me mandaba dinero para que me ayudara.
Yo no tengo pensión, tengo 73 años, pero no soy jubilada. Me mantengo con la venta de los chanchos y de las gallinas, que crío en el patio. Mis hijos me ayudan para la casa.
Lo único que quiero es ver nuevamente a mi Hernán. Siempre que me iba a visitar en San Pedro le preparaba su plato favorito: cebiche. Le encantaba esa comida.
Ha pasado un año desde que no lo veo, pero no pierdo las esperanzas de reencontrarme con él.
Cuando me avisaron que los policías fueron detenidos me vine de urgencia. Tenía previsto regresar a mi casa, pero voy a estar más pendiente de lo que ocurra en Quito, para ver qué pasa con esos detenidos.
Las autoridades deben hacer justicia y devolver a mi hijo. No puede ser que desaparezca de un momento a otro sin dejar rastro.
Por eso estaré viajando constantemente hasta que las autoridades me digan dónde esta él, qué hicieron con mi muchacho.
La detención de los 17 policías es un paso para esclarecer la desaparición. Ahora lo que nos queda es que no se esconda nada y que digan todo, que señalen a quienes detuvieron a los chicos
La presión elevada se empeora cuando me preocupo. Ayer me fui al doctor, porque me puse bastante mal. Mis hijos me llevaron al subcentro de salud y el doctor me dio cinco días de reposo. Pero eso no va a ser obstáculo para seguir con esta lucha para aclarar esto, mi hijo tiene que aparecer”.