Me golpeó en la espalda y luego me amenazó con un cuchillo para que le entregara la cartera.
En realidad no hubo nada que me preparara para esto. Entré en pánico y le di todo lo que llevaba. El asalto sucedió a tres cuadras de llegar a mi tienda de abarrotes, en el centro de Ambato. Este inconveniente me ocurrió en la mañana alrededor de las 10:00. El perpetrador ingresaba a varios negocios y luego salía.
[[OBJECT]]Ahora recuerdo que la persona que me robó era alta, delgada y creí percibir un ligero aliento a licor. Vestía un pantalón de tela y una camisa de color celeste.
En su espalda llevaba una mochila de color negro. El joven estaba ebrio o al menos fingía estarlo, porque llevaba en sus manos una botella con licor. Caminaba con dificultad. A ratos se tambaleaba.
Me di cuenta que en su mano sostenía y se apretaba el estómago. Luego supe que esto lo hacía, porque sostenía una cartera y de ella se escuchaba que sonaba un celular. Pero el hombre no hacía caso. Me iba a cruzar al otro extremo de la calle, pero a último momento me arrepentí. Me armé de valor y camine directo hacia él.
Fue un error. No sé qué quise demostrar. Ese hombre me golpeó con la mano.
Eso me enfureció y le devolví el golpe con el puño cerrado. Le acerté en el rostro. Recuerdo que esto me dolió muchísimo.
En ese momento retrocedió un momento. Vi que dudó, aunque luego sacó un cuchillo.
Me doblegó, pero me recuperé. De la ira que sentía por lo que me estaba sucediendo pasé inmediatamente al miedo. Le entregué mi cartera que contenía papeles personales y unos USD 20.
El hombre se dio por satisfecho. Sonrió y me dirigió una mirada furiosa. Luego se alejó caminando lentamente. Yo quería detenerlo, pero no puede hacer más.
En ese instante pasó un amigo por allí y le pedí ayuda. Ambos lo buscamos. Estaba a una cuadra, pero decidimos no arriesgarnos y enfrentarnos directamente, pues, de todas maneras, él tenía un cuchillo. Lo único que hicimos fue llamar a la Policía y luego de varios minutos arribaron dos motociclistas. Lo rastreamos por la zona, aunque todo lo que hicimos fue inútil. El hombre escapó.
A esa hora había mucha gente en las calles Cevallos, Lalama, Espejo y por el parque Cevallos y simplemente desapareció.
En ese momento dudé si en realidad ese hombre estuvo ebrio. Creo que fingía como una estrategia para parecer vulnerable y no despertar sospechas hasta cuando la víctima estuviera cerca y no pudiera escapar.