Rocío R.
(nombre protegido)
Víctima de los chulqueros
Hace un año aproximadamente decidí solicitar un crédito bancario para instalar un pequeño negocio en mi casa. Necesitaba USD 4 000 para abrir la tienda de abarrotes que había planificado con mi esposo y mis cuatro hijos. Cuando recibí la noticia de que el banco no me concedió el préstamo, me decepcioné. Argumentaban que no tenía el capital suficiente y tenían razón. En ese momento había invertido todos mis ahorros.
Estaba desesperada, el sueldo de maestro de mi esposo no era suficiente para cubrir nuestros gastos y queríamos asegurar el futuro de nuestros hijos. Cuando me dijeron que una señora prestaba dinero con facilidad no lo pensé mucho. Me dirigí hasta una casa en el centro de Riobamba.
Por afuera lucía humilde, pero en el interior había gran cantidad de objetos de valor, joyas y electrodomésticos. La mujer me recibió amable, me dio USD 4 000 en efectivo y me pidió firmar una letra de cambio. Conseguimos cumplir nuestro sueño. Abrimos la tienda en el barrio Bellavista y la clientela empezó a llegar. Era un negocio próspero.
Pasó casi un año, le pagué mensualmente a la prestamista altísimas cuotas, pero mi deuda no disminuía. Casi USD 4 500 cancelados y aún me faltaba más de la mitad. El dinero empezó a faltar, todas las ganancias de la tienda iban a la cuenta de esa mujer.
Después de tres meses más ya no le pude pagar. Le supliqué que me esperara, fui hasta su casa y le imploré paciencia, pero ella no aceptó. Me demandó en la Corte y utilizó la letra de cambio que firmé. Ahora me pide el valor íntegro y no tengo forma de comprobar la cantidad que ya pagué.
Vendimos el carro de mi esposo, era antiguo, así que no conseguimos mucho. Hicimos pequeños préstamos a nuestras amistades, pero tampoco fue suficiente. El plazo de pago vencía y no sabíamos qué hacer.
Visitamos a varios abogados. Gastamos los últimos ahorros que teníamos en consultas carísimas, pero ninguno logró nada, la respuesta era la misma: “No tiene evidencias, recibos ni documentos. El caso no tiene esperanza”.
El juez me declaró insolvente, por USD 4 000, me embargarán los pocos bienes que me quedan, seré acusada de quiebra fraudulenta y estaré presa tres años. Como yo, muchos hemos sido estafados por estas personas.