Yo vivo en el sur de Ambato. Mi vivienda de bloque y techo de teja está junto a la carretera. Los parientes de mi esposa viven al frente viven de esta. Por esa razón pensé que nunca me robarían.
En una ocasión, a eso de las 09:00, salimos con mi familia al centro de Ambato. Íbamos a visitar a un tío que estaba enfermo y vive en el centro de la ciudad. Salimos con toda la confianza del mundo. Nos quedamos en Ambato hasta las 17:00. Cuando regresamos a nuestra casa nos encontramos con la puerta abierta.
Parece que los ladrones utilizaron esa herramienta que se llama pata de cabra. Esta es de hierro y uno de sus extremos tiene la forma de una pezuña de animal. Con esta pueden sacar bisagras de puertas, tornillos y cadenas.
Cuando nos dimos cuenta del robo, me dio un sentimiento de rabia y al mismo tiempo tristeza. Mi esposa no paraba de llorar porque se llevaron casi todo.
Con mi esfuerzo de mi trabajo como guardia de seguridad nos compramos algunas cosas. Pero los ladrones se llevaron el televisor, horno de microondas, la licuadora, la ropa de los niños que recién compramos y hasta las cobijas. Al parecer, estas fueron utilizadas para envolver los electrodomésticos. Calculo que los ladrones se llevaron como USD 1 000.
Difícilmente podré recuperar esas cosas debido a que en mi hogar solo trabajo yo. Mi cónyuge se dedica al cuidado de mi hijo y del hogar. Puse la denuncia en la Policía, pero no sirvió de mucha ayuda. Los investigadores me hicieron notar que por las características del robo, quienes ingresaron a mi casa podrían ser personas allegadas que nos conocían.
Lo malo es que en este barrio no estamos organizados. Es una zona netamente agrícola. Cuando la gente del campo o las amas de casa salen a la ciudad, las casas quedan desamparadas. Tampoco instalamos alarmas comunitarias ni pagamos a ningún guardia privado para que vigile nuestros hogares. No tenemos para pagar gente ni equipos electrónicos de vigilancia. La gente del campo es sana. Los problemas se presentan cuando viene gente extraña.
Otro problema que tenemos los habitantes de la zona rural y la ciudadanía en general es que se está perdiendo la solidaridad.
Ahora nadie ayuda a nadie. Todos caminan por su lado y no ayudan ante una emergencia. Yo pregunté a las personas que viven al frente de mi casa si habían observado alguna cosa, pero nadie vio nada, pese a que el robo fue a plena luz de día. Ahora pretendo ahorrar un poco de dinero para recuperar lo que me robaron.