Los jóvenes que beben licor eluden las restricciones

Julio estrella / el comercio


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Las motocicletas de la Policía patrullaban los alrededores de los bares y discotecas de La Mariscal, un barrio en el centro de Quito. Personas en estado etílico caminaban de forma zigzagueante por las calles. Eran las 02:30 del sábado pasado y hacía frío en el lugar: 7°C.

Mientras los agentes, cubiertos con pasamontañas y guantes negros, pedían a la gente que desalojara los centros de diversión, decenas de jóvenes se preguntaban en voz alta: “¿En dónde vamos a continuar la farra? ¿A qué sitio nos vamos para rematar?”. Al ver las motos policiales, bajaban el tono de la voz. Unos se fueron a parques aledaños para continuar con la diversión, otros tomaban taxis.

A esa hora ya se había cumplido el horario de atención en los centros de diversión nocturna. Esta disposición rige desde diciembre del 2011, cuando el Municipio de Quito emitió la Ordenanza que regula el funcionamiento de bares y discotecas. Esos locales pueden operar hasta las 02:00 y en la zona turística hasta las 03:00.

También prohíbe el expendio y consumo de licor  en lugares públicos y vehículos. Esta medida se enlaza con la disposición del Gobierno que rige desde el 18 de junio del 2010, que impide la venta de licor los domingos y que quienes tomen bebidas alcohólicas en la vía pública permanecerán detenidos hasta por cuatro días...

En total, desde hace cuatro años, seis restricciones a la venta y expendio del licor están vigentes en el país. Las otras son que las licorerías pueden atender hasta las 22:00 y que no se expenda licor a gente en autos.

Esas disposiciones no han frenado el consumo. Los jóvenes buscan otras formas para extender los horarios y hablan de ir a hostales u hoteles que cobran el hospedaje por horas.

“Cuando cobramos el sueldo, con mis compañeros del trabajo alquilamos hoteles baratos para seguir y compramos licor. Llevamos whisky y cuando no hay dinero solo cerveza”, cuenta Ismael, de 20 años.

Una habitación cuesta hasta USD 7 por persona, las 24 horas. Si un grupo alquila una habitación por horas vale USD 5 .

En un hostal, los muchachos se acuestan sobre sillones viejos. Una mujer que hace limpieza sale de una de las habitaciones y dice que en una habitación pueden estar hasta seis personas. Afuera de ese hostal, decenas de chicos caminan e ingresan a los bares.

El pasado sábado, un poco después de las 00:00, una gresca se dio allí. Volaban botellas y la gente se agredía físicamente. Los policías que iban en motos disiparon el incidente con gases lacrimógenos.

En otro hostal, que funciona en una casa de dos plantas con puertas de metal y piso de madera, se cobra USD 10 y cuatro personas pueden quedarse en un cuarto con dos camas.

Para Gustavo Terán, miembro de la Asociación de Empresarios Turísticos de La Mariscal, este tipo de prácticas se registra en los locales informales que “no cumplen” con las normas técnicas. “En estos lugares se alquila una habitación con la misma tarifa a una pareja o a un grupo para una fiesta”.

¿Y los controles? El intendente Edwin Casteló anunció que enviará un oficio a los propietarios de esos negocios para indicarles que no se permita el consumo de licor o drogas. Pero aseguró que esto se hará en los “próximos días”.

En otros casos, los jóvenes buscan parques y calles escondidos para divertirse. De hecho, el sábado pasado, a más de 20 personas las sancionaron por beber licor en un sitio de este tipo en El Calzado, sur.

Ellos protestaban, pero deben pagar USD 159 de multa pese a las quejas ante la Policía.

Los jóvenes admiten que, luego de las fiestas, a veces suelen quedarse “de forma camuflada” en bares y discotecas luego de que finalizara la atención.

Sin embargo, los agentes que patrullan el viernes en La Mariscal indicaron que esas prácticas están controladas.

En el caso de los adolescentes, estos tratan de ingresar a sitios para adultos. En el 2013, 115 menores contraventores fueron aislados en Quito.

A finales de mayo pasado, 17 centros nocturnos de Calderón, Eloy Alfaro y Quitumbe que permitían el ingreso a menores fueron sancionados. Además, 65 adolescentes fueron llevados luego de que se les encontrara en fiestas clandestinas en Sangolquí y Amaguaña.

En contexto

Hace dos semanas, un grupo de siete jóvenes falleció dentro de un motel en Santo Domingo de los Tsáchilas luego de que inhalaran monóxido de carbono. En otro caso, una joven murió luego de que se cayera del segundo piso de un hostal ubicado en Quito.

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