Si decimos que murió Víctor Julio Suárez a casi nadie le importará. Conocido con sus alias de ‘Jorge Briceño’ o ‘Mono Jojoy’, la noticia de su abatimiento se expandió. Se trata de la más reciente muerte de un miembro de la alta dirigencia de la narco-guerrilla terrorista de las FARC. Uno de los comandantes que quedaba con vida tras la desaparición de Pedro Marín ‘Manuel Marulanda, Tirofijo’ y ‘Raúl Reyes’.
‘El Mono Jojoy’ era la cabeza militar de un grupo anacrónico que lidera en lo ideológico alias ‘AlfonsoCano’. Se le conocía como un terrible y violento subversivo y quien dirigió operaciones militares de alta envergadura, algunas de las cuales significaron grandes tragedias en vidas inocentes. Su imagen, pasando revista a sus tropas y la despótica actitud frente a las jaulas en que el temible grupo mantiene a centenas de colombianos secuestrados es una de las más patéticas que se recuerde.
Las FARC, un antiguo movimiento subversivo creció en los tiempos del Frente Nacional del bipartidismo colombiano y se alineó con luchas guerrilleras de izquierda del continente cuando la revolución cubana expandió sus ideas. Tras los cambios políticos en el planeta su lucha perdió razón de ser. Sus métodos violentos se tornaron cada vez más sanguinarios y sus tesis no encontraron respuesta política en el debate público colombiano. Años duros y asesinatos de la dirigencia de Unión Patriótica, una opción política de la extrema izquierda colombiana, radicalizaron la opción armada. La lucha contra el narcotráfico disolvió una alianza perversa de los grupos ilegales.
Colombia libra una batalla contra la narco-guerrilla y su brutal terrorismo. El abatimiento de ‘Jojoy’ no garantiza el fin de las FARC y puede alentar una desbandada en grupos violentos dispersos y dolorosamente activos.