Los cuerpos de los jóvenes fueron encontrados en las calles Ladrón de Guevara y Valladolid, en el norte de Quito, cerca al parque de la Floresta. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
Los familiares de Byron S. prefieren no hablar sobre su muerte. “Hemos dejado el caso en manos de la Policía”, relata el hermano de la víctima.
Byron S, de 31 años, y su amigo Víctor Hugo C., de 25 años, fueron asesinados el pasado 27 de julio en el barrio La Floresta, en las calles Ladrón de Guevara y Valladolid, en el norte de Quito.
La Dirección Nacional de Delitos Contra la Vida registró este caso como un asesinato en el que se emplearon armas blancas. Según la autopsia, los jóvenes presentaban laceraciones en el corazón y pulmón, heridas que fueron realizadas con cuchillo.
Sin embargo, los agentes todavía investigan las razones por las que los mataron y quiénes son las personas que dejaron sus cuerpos en plena vía pública del populoso barrio, a tres cuadras de una Unidad de Policía Comunitaria.
Tres semanas han pasado desde el crimen y actualmente hay una persona sospechosa, quien fue detenida pero recibió libertad condicional en la audiencia de flagrancia, que se realizó un día después del crimen. Él ahora se presenta ante el fiscal del caso, dos días por semana.
El procesado fue identificado por un testigo como la persona que supuestamente hirió a uno de los dos hombres. También hay un segundo sospechoso, pero él todavía no ha sido detenido. Se trata del conductor de un taxi, donde fueron visto las dos víctimas poco antes de ser asesinadas. La Policía ya localizó ese vehículo.
Pero en Guápulo, donde vivía Byron, los vecinos sienten temor porque “no se sabe qué pasó con el muchacho”, dice un morador. Ellos recuerdan que lo velaron en uno de los parques, pues su familia es conocida en ese sector. “Parece que el chico era tranquilo, pero sí es triste que pase esto a uno de los vecinos”, dice con temor una moradora del sector.