La inseguridad llegó a la agenda de la propaganda: dos debates en el canal del Estado, en una semana. Era insostenible esa tesis de que el Ecuador no tiene narcotráfico porque no es productor de coca; México tampoco lo es y se desangra por los carteles en disputa por las rutas de la droga.
Las 20 hectáreas de coca en el país (se han hallado 28 laboratorios) son insignificantes frente a las 149 200 hectáreas de Colombia, Perú y Bolivia; cierto. Pero la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen (Unodc) muestra que la tasa de homicidios de Ecuador es una de las más altas en Sudamérica, solo debajo de Venezuela, Colombia y Brasil.
El Ministro del Interior, en el debate, admitió el tráfico de drogas en Ecuador, vinculado a mafias locales y a redes del crimen extranjeras. La transparencia de la autoridad es vital en la gestión de seguridad. Que no obedezca al año electoral.
La Unodc es enfática. En Ecuador hay más homicidios violentos porque, tras el Plan Colombia, el país se ha convertido en ruta alternativa del tráfico de drogas a América del Norte, como México.
Del 2007 al 2011 Ecuador registró 12 477 homicidios (no los 23 500 que divulgan opositores al Régimen). Que el debate de la seguridad no llegue a la tarima política. Sería nefasto.
Señores políticos, en ese escenario, ¿y el país? Por fuera de endurecer penas o de acusar a fronteras abiertas o de agredir a la prensa, ¿cuánto están dispuestos a deponer por él? Sin su generosidad, sin escuchar a los sectores todos, sin acuerdo, su ostentoso manejo de la inseguridad solo es tierra fértil para el crimen organizado.