GUAYAS
‘Me encañonaron y golpearon’
Jorge M. (nombre protegido)
Sufrió el llamado secuestro exprésEn 15 minutos de terror nos robaron cerca de 600 dólares en efectivo y 2 500 en mercadería, cosas personales, discos duros, pendrives.
El 22 de octubre tomé un taxi amarillo de placas naranjas, con mi esposa, en Malecón y Olmedo, en el centro de la ciudad. Llevábamos la mercadería, porque yo soy comerciante. El taxi tomó la calle Colón, luego la Boyacá, bajó por Noguchi y ahí tomó la derecha hasta la Letamendi. En esa calle un Nissan bloqueó el auto en que íbamos. Me encañonaron, me hicieron pasar al asiento trasero y comenzaron a golpearnos.
A mi esposa, de 34 años, le desgarraron el pantalón, le buscaron dinero en sus partes íntimas, la manosearon, la golpearon y nos botaron en la ciudadela Bellavista, en el oeste.
Ayer me enteré, por la televisión, que arrestaron a Nelson C., Leonardo C., Héctor R. Reconozco a los tres; ellos nos secuestraron. Por eso a las 05:00 vine a la PJ con mi esposa a testificar.
Estoy molesto porque me enteré que Leonardo C. tenía una boleta de captura, Nelson C. fue detenido anterior por tenencia de armas y Héctor R. por robo. La labor policial no puede caer al traste por malos funcionarios. Me cubro el rostro por seguridad, porque tengo mujer e hijos. Quisiera que sientan lo que sufrí cuando mi esposa fue vejada, que no sean indolentes.
PICHINCHA
‘La alarma alejó a los ladrones’
Laura González
Víctima de un robo a su domicilioLa colaboración de los vecinos me ayudó para que no me robaran todo lo que tengo en mi casa. El 29 de agosto, a las 03:00, tres personas ingresaron a mi domicilio. Yo estaba dormida cuando escuché unos golpes extraños en la terraza. Me acerqué lentamente a la puerta y observé que se llevaban tres tanques de gas.
En ese instante grité y encendí la alarma comunitaria, pero me agredieron lanzándome sillas plásticas y caí al piso. Dos vecinos llegaron, me ayudaron a levantarme y los persiguieron. Por suerte aparecieron, porque impidieron que me agredieran con más fuerza. Los individuos huyeron con mis pertenencias.
Hace cinco años vivo en este barrio y es la primera vez que roban mi casa. En este sector, pese a que contamos con alarmas comunitarias, no nos reunimos ni nos organizamos para combatir a la delincuencia. La alarma nos mantiene tranquilos.
Hace dos meses, siete personas ingresaron a la casa de otro vecino, en esta misma calle. Ellos ya tenían las cosas empacadas para llevarse en una camioneta blanca, pero él se percató del robo y encendió la alarma. La gente del barrio salió y los ladrones fueron atrapados. La Policía se los llevó. Desde esa ocasión, no he escuchado de nuevos robos de casas en el barrio.
SANTO DOMINGO
‘Nos taparon los ojos para robar’
Viviana Miñaca
Dueña de almacén de bicicletas robadoPor suerte no nos han asaltado a mano armada, porque eso debe ser terrible, pero sí nos han tratado con violencia. Esa vez los ladrones vinieron en un grupo de seis y se hicieron pasar por clientes. Uno de ellos se puso a un lado del local y preguntó cuánto costaba una bicicleta, mientras los otros nos tapaban los ojos e impedían que nos acercáramos.
Luego corrieron con las bicicletas, carritos y triciclos que se llevaron. Otro día, cuando estábamos despachando mercadería al por mayor, dejamos los cartones cerca de la puerta principal de nuestro almacén y nos volvieron a robar.
Uno preguntó y otros nos distrajeron. Es su modus operandi. Con las piernas empujaron los cartones hasta sacarlos afuera del local y se los llevaron en un carro. Hemos sufrido varios robos. En una ocasión una vecina, que observaba todo, nos alertó. Hace una semana, un señor llegó al almacén, se apegó al mostrador y empezó a jalar el cable de la sumadora.
Él llevaba una funda plástica con periódicos al fondo. Yo me di cuenta, por su actitud sospechosa y porque me miraba con el filo del ojo. Le pregunté qué deseaba, pero en ese momento fingió que alguien le llamaba desde afuera de mi local y se fue sin dar explicaciones. Ahora no vivimos tranquilos y desconfiamos.
TUNGURAHUA
‘Los delincuentes dispararon’
Gloriade Morales
Sufrió robos en su vehículoEn las tres ocasiones que dejé estacionado mi vehículo, en la calles Rocafuerte y Guayaquil, en el centro de Ambato, me robaron. La primera vez los delincuentes abrieron la ventolera y se llevaron el radio. La gente que camina por el sector se dio cuenta, pero no dieron la voz de alerta, porque el antisocial los amenazó con un cuchillo. Eso le dio la tranquilidad para subirse a otros automóviles y robar.
Al momento tengo una camioneta violeta. A este carro le abrieron dos veces la puerta y le dañaron las seguridades. Se sustrajeron la memoria, el tablero, la llanta de emergencia y los aros. Al darme cuenta del robo, alerté pulsando las alarmas del barrio. Mi hijo salió y le gritó al ladrón “que haces ahí”. El ladrón le contesto “cállate o te doy un plomazo”. Luego varios vecinos salieron en auxilio. Los delincuentes dispararon por varias ocasiones al aire y escaparon.
La Policía llegó luego de 20 minutos. Denunciamos en la Policía y solo me dijeron que van a investigar. Hace falta una acción rápida de los gendarmes para atender las emergencias. Por eso desconfío de ellos. En la Fiscalía y la Policía Judicial siempre se amontonan las denuncias pero nada más. Tampoco las personas que cobran en el Parqueo Tarifado pueden denunciar por temor a las represalias de los delincuentes.
AZUAY
‘Lo importante es que estoy vivo’
Andrés Carpio
Sufrió un asalto al caminar en la calleHace dos meses, cerca de las 18:00, caminaba por el puente de la Unidad Nacional (centro este de Cuenca) cuando fui sorprendido por dos jóvenes que iban un poco más adelante y que nunca hubiera pensado que eran delincuentes. Uno de ellos, de forma amistosa, se acercó y me dijo “brother’ regálame dinero para comer algo, recién salí de la cárcel”.
En ese instante, asustado, les miré y me percaté de su intención. Tenía bastante dinero en mi billetera, por eso no quise mostrarla. Entonces, metí la mano al bolsillo y saqué algo. Pero no se contentaron y en ese instante uno de ellos me atemorizó mostrándome un cuchillo que llevaba en su bolsillo derecho.
Me exigió que le entregara el reloj y el celular, y me dijo que no intentara poner resistencia. Las personas pasaban a mi lado y había un gran flujo de vehículos, pero no podía pedir auxilio por temor a que me atacaran. Además, ellos actuaban con una naturalidad tal, que cualquiera hubiera pensado que estábamos entre amigos.
Tras asaltarme, se alejaron caminando con tranquilidad. Sabía que el lugar era peligroso, pero uno no aprende hasta que le pasa algo. No denuncié, porque al final uno nunca recupera lo sustraído. Perdí objetos de valor, pero para mí lo más importante es que estoy con vida.