La magistrada de la Corte de Lima, María Capuñay, dice que los menores no ingresan al sicariato por gusto, sino por carencias
El reclutamiento de jóvenes para las bandas de sicarios es recurrente en países de la región como Colombia. Magistrada, usted maneja casos de la familia y atribuye ese fenómeno a los años de la guerra a la subversión. ¿Ya no existe en Perú?Las cosas han cambiado en Perú. Los civiles de las zonas sitiadas por la guerrilla y los militares vivían en un miedo constante. Cuando los unos pasaban por allí les obligaban a que les dieran de comer. Luego iban las fuerzas legales y les recriminaban por eso. En ese momento es cuando los irregulares comenzaron a utilizar a menores para vengarse de grupos contrarios.
Pero aún hay grupos armados ilegales en Perú.
Antes, los grupos ilegales buscaban a jóvenes que bordeaban los 17 ó 18 años. Como juez conocí casos. Allí se constató que los padres de esos chicos también estaban detenidos por pertenecer a grupos armados ilegales o vinculados al sicariato. La actitud de esos muchachos era una especie de represalia contra el Estado, contra el Gobierno, que supuestamente había afectado a sus progenitores. Ahora los chicos ya no son reclutados por la guerrilla para el sicariato, sino por las redes de narcotráfico.
Exclusión social, ¿el caldo de cultivo para el sicariato?
Estos delitos hay que atacar con políticas sociales sólidas. En Perú prácticamente se eliminó a la guerrilla, pero me pregunto ¿ha cambiado la situación en los pueblos pobres donde no hay ni siquiera la presencia del Estado?
¿No ha cambiado?
En lo absoluto. Son pueblos olvidados y carecen de servicios de salud, de educación, sanidad, etc. Estoy hablando de sectores alejados como Ayacucho, por ejemplo. Se trata de zonas que están cercanas a la selva, donde ha primado el tráfico de drogas.
El investigador mexicano Guillermo Alonso dice que precisamente en sectores pobres las redes de sicarios se fusionan con otros delitos. ¿Cómo operan en Perú?
Ellos pueden emplearse con esos propósitos. La Policía ha revelado que en esos lugares hay estrecha relación entre narcotráfico y delincuencia común. Combinan fuerzas para impedir que el Ejército ingrese con facilidad.
¿Los niños son vulnerables en esas zonas de Perú?
En Yapurima (sierra oriental de Perú), por ejemplo, el narcotráfico ha entrado con fuerza y han aumentado los delitos entre jóvenes. Sí. Los niños son reclutados para cosechar coca y, prácticamente, se convierten en infractores. En las grandes ciudades hay ajustes de cuentas.
La guerrilla usaba a niños.
Resulta que esos grupos entregaban pequeños paquetitos y los chicos eran adiestrados para que los llevasen a bandos contrarios. Entonces, cuando estos paquetes eran abiertos, explotaban, eran bombas. Incluso las comisarías y los cuarteles fueron afectados por ese sistema de ‘vendetta’. Recuerdo que en esas operaciones fallecieron menores.
En Ecuador surgió la idea de reducir de 18 a 16 años la edad de los menores infractores para juzgarlos por un delito penal. ¿Esa propuesta es una salida acertada?
Eso no es viable para nada, no es solución. No es cuestión solo de decir desde los 16 años en adelante respondes a la Ley.
¿Qué hacer entonces?
Atender más a los niños y jóvenes con salud y educación, especialmente en los pueblos alejados de las grandes urbes. Hay que tener en cuenta que todo esto ha surgido por el descuido de los gobiernos. Hay que trabajar más en el empleo. Los jóvenes que son reclutados para el delito acceden por necesidades económicas, no porque les gusta.