En los rostros de los 90 guías penitenciarios se notaba preocupación e irritación. Desde las 07:00 de ayer, ellos llegaron al Hospital Carlos Andrade de Marín de Quito para someterse a exámenes médicos.
La medida fue dispuesta por el Ministerio de Justicia, dentro de un proceso de evaluación a 1 200 custodios de las cárceles del país, que incluye pruebas físicas, psicológicas y académicas.
“Primero quieren evaluarnos y botarnos, cuando lo obvio es que primero hay que capacitar para evaluar”, decía María, quien pidió el anonimato y es guía en una prisión de la capital. “La gente no comprende nuestro trabajo. El Ministro (de Justicia, José Serrano) dice que los guías son corruptos y no es así”, insistía, molesta.
En el Hospital, los guías primero fueron llevados al laboratorio para la recolección de muestras de sangre. Luego a Radiología, para efectuar placas de sus pulmones. Después a la Sala de Contingencias, para practicarles un electrocardiograma y para la tarde estaba previsto el chequeo clínico general, con los resultados, para evaluar su estado de salud.
Este fase durará hasta el sábado, para 280 guías de Quito.
“No nos oponemos a las evaluaciones, pero de acuerdo con lo que dice la nueva Constitución, todo servidor público será evaluado por su jefe inmediato. Por qué tiene que venir el Ejército. Se dice que para una evaluación debe haber una capacitación: nosotros no hemos sido capacitados”, reclamaba Patricio Portilla, de la Federación Nacional de Servidores Públicos Penitenciarios, en referencia a las pruebas físicas que se iniciarán la próxima semana y estarán a cargo de las FF.AA.
“Nos hemos capacitado cada dos años pero por autogestión, en el GOE, el Cuartel Epiclachima y el Cuerpo de Bomberos”, decía.
El ánimo entre los guías subió de tono en la Sala de Contingencias con la llegada del director Nacional de Rehabilitación Social, Jean Daniel Valverde. Los guías le exigían respuestas sobre su estabilidad laboral. “La estabilidad la garantiza el trabajador con su trabajo, con un nivel profesional de trabajo”, respondió Valverde, quien debió alzar la voz, entre reclamos de los guías, quienes no lo dejaban hablar. “La evaluación va a seguir”.
Al salir de ese salón, el director dijo a este Diario que “ni el Estado ni la institución van a garantizar a corruptos. No hay ninguna información de perfiles, capacidades y conocimientos. Es como empezar de cero, tenemos que saber en qué estado está el personal”.
Carlos, otro celador, terminó sus exámenes médicos cerca del mediodía y salió indiferente: “Voy a dar las pruebas con el temor de que voy a caer, no en las físicas, pero sí en la psicotécnicas, porque nos van a tomar algo de lo que no tenemos conocimiento, pero también porque moralmente estoy hecho pedazos”.