Jader tiene 32 años. Es fornido, de brazos corpulentos y sonrisa fácil. Vive en un sector de la Isla Trinitaria, en el sur de Guayaquil, y por ahora se mantiene con la venta de jugo de coco. Cuando hace cinco meses llegó desde su natal Nariño, en el sur colombiano, vendía zapotes, cloro artesanal y ‘fritanga’, un plato de su país preparado con vísceras fritas picadas y acompañadas con plátano horneado.
Jader busca refugio en Ecuador. En su tierra era agricultor. Sembraba plátanos, cacao y coco. Y partía madera para vender y dice que huyó de una muerte segura. “Usted nomás siente el pon-pon y no sabe de dónde le cayó la bala”. No está solo. Vino con su pareja, cuatro hijos y un hijastro.
El número de refugiados afrocolombianos en esta zona de la Isla Trinitaria creció en los últimos tres años. Cuentan que vinieron atraídos por historias esperanzadoras de familiares y amigos que habían partido antes que ellos.
En Guayaquil, la Dirección de Refugio del Ministerio de Relaciones Exteriores tiene registrados a 2 975 de ellos.
Otro informe de ese organismo señala que a febrero de este año, 55 330 extranjeros de 68 países estaban registrados en Ecuador como refugiados. Según esos documentos, la mayoría es de Colombia (54 476). Pero también hay gente de Cuba (239). Afganistán es la tercera nación con más refugiados en el país (114).
Los estudios oficiales advierten que la mayoría de personas que recibe protección estatal en el Ecuador son hombres.
Sonia España, ecuatoriana de ojos verdes, ha visto de cerca ese trasiego de refugiados. A través de la Agrupación Mujeres Progresistas, una iniciativa de la que forma parte, empezó a observar cómo los refugiados empezaban tímidamente a visibilizarse. “No sabíamos de dónde venían, no sabíamos cómo tratarlos. Venían y solo se sentaban a escuchar”.
Las mujeres hicieron el primer acercamiento a ellos. Llegaban a su oficinas acondicionada en una casa de dos plantas, en busca de solución a sus problemas. “El proyecto de Mujeres Progresistas duró hasta octubre y era específico para afroecuatorianas. Luego las cogimos progresivamente y las incorporamos a las actividades”.
[[OBJECT]]Esta organización acompañó a una delegación del Alto Comisionado de la Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en la recopilación de datos para identificar el número de refugiados en el sector y conocer sus necesidades.
Fabián tiene 18 años. Es espigado y atlético. La timidez que muestra ante el extraño se diluye con un par de preguntas.
Cuando llegó a Ecuador desde Tumaco, un municipio colombiano en el suroeste de ese país, lo primero que quiso fue inscribirse en la universidad. La Constitución ecuatoriana garantiza a los extranjeros el derecho a la educación, la salud pública y al trabajo.
Según la Dirección de Refugio, Ecuador destina USD 250 en educación al año por cada persona que tiene ese estatus.
Christian Espinoza, representante de esta dependencia, señala que Ecuador destina otros USD 328 en salud al año por cada uno.
“En total, se entregan USD 60 millones al año. Únicamente el 25% es apoyo internacional”, señaló el funcionario en un taller en donde se analizó estos casos.
Fabián ya no pudo inscribirse este año a la universidad. El nuevo proceso de admisión que rige para los centros universitarios públicos lo dejó fuera. Piensa probar de nuevo el próximo año. “Quiero seguir la carrera de arquitectura. Me gusta diseñar y el dibujo”.
Tampoco ha podido conseguir un trabajo formal. Cree que pese a tener el carné no lo contratan.
Él y su familia cruzaron la frontera por las amenazas y extorsiones de grupos armados. “Una vez nos dijeron que si no pagábamos, nos matarían. Esas personas andan en todas partes, como civiles, y uno no sabe si son paras (paramilitares), guerrilleros o narcos”.
Fabián y Jader comparten una pequeña vivienda que les facilitó un familiar. “Vivimos muy estrechos y con muchas necesidades, pero cuando encuentre trabajo y estudie, espero nos irá mejor”, dice el primero de ellos.
Jader cuenta que cuando mataron a uno de sus compañeros, estaba seguro que habría sido el siguiente. “A mí me iban a dar, porque dizque yo había visto ese asesinato. Entonces no tuve otra cosa que salir”. Dice que si estás en medio de un conflicto, todos son enemigos: las FARC, la guerrilla, los paramilitares, los narcos…
Un carné provisional de refugiado avala su permanencia temporal como solicitante de asilo en Ecuador. No le resultó complicado obtenerlo el documento, pero dice que no le ha servido de mucho. “Ser afrodescendiente, colombiano y refugiado son demasiadas barreras que sortear”.
Con la sola presentación de las solicitudes de refugio -señalan las autoridades de Relaciones Exteriores- los peticionarios se benefician de todos los servicios estatales en Ecuador, como salud, educación, trabajo, etc.
151 000 solicitantes
Según Acnur, desde el 2000 cerca de 151 000 personas han solicitado refugio al Gobierno de Ecuador. La agencia revela que ocho de cada 10 colombianos que buscan asilo en el mundo acuden por protección en Ecuador. El 52% corresponde a hombres.
Acnur abrió en febrero una oficina en Guayaquil. Los refugiados colombianos reconocidos que permanecen en el Puerto Principal vienen de los departamentos del Valle del Cauca y de Nariño, este último fronterizo con Ecuador.
Ecuador es destino de refugio
Sonia España, ecuatoriana que integra la Agrupación Mujeres Progresistas, no duda al explicar por qué los afrocolombianos refugiados escogen asilarse en la Trinitaria. Para ella, no es otra cosa que el sentido de identidad y pertenencia con sus raíces. “Lo único que los hace diferentes es la forma de hablar. Vienen porque los afrodescendientes tenemos esa característica de solidaridad. Por lógica buscan dónde está la gente igual a nosotros”.
La Agrupación Mujeres Progresistas ha sido el nexo entre los afrocolombianos que habitan en la Trinitaria y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), el Ministerio de Relaciones Exteriores y ONG de Derechos Humanos. “Cada uno trae sus problemas. Llegan sin dinero, sin identificación”.
Según Acnur, de los 55 330 refugiados reconocidos con asilo en Ecuador, el 98% son colombianos. De esa cifra, el 74% lo componen mujeres y niños. La Dirección Nacional de Refugio del Ministerio de Relaciones Exteriores de Ecuador no detalla en su informe anual sobre refugiados qué porcentaje de foráneos se considera afrodescendiente.
El peruano Luis Varese, ex representante adjunto de la Acnur, recordaba en un taller en Guayaquil, que Colombia es el tercer país con el mayor número de refugiados en el mundo. Ecuador, en tanto, es el país con el mayor número de refugiados en Latinoamérica, destaca el Acnur.
“Tienen que visibilizarse, de lo contrario nadie va a saber de sus problemas y necesidades”, repite Sonia España.