Un operativo policial en Guayaquil. Foto : EL COMERCIO
Un oficial que patrulla una zona del noroeste de la ciudad tiene cinco municiones 9mm menos de las que recibió.
El uniformado cuenta que comprará por su cuenta las faltantes y así completará las 25 entregadas por el Estado. En caso de no tener una debe adjuntar un parte policial especificando en qué usó la bala y cuándo.
Cuando el agente se incorporó como subteniente, la Policía le entregó un chaleco antibalas, un tolete, un gas pimienta, unas esposas, un arma de fuego tipo glokc y 50 municiones.
Detalla que el año pasado les enviaron un telegrama y les pidieron la entrega de 25 balas. Desconoce para qué iban a ser utilizadas.
De ese equipo policial, el gas pimienta caducó y quedaron en renovarlo. Sigue en esa espera. Por eso prefiere tener el aerosol en su casa.
En cuanto a los equipos de comunicación, su radio portátil tiene la antena rota.
La Policía supuestamente revisa el equipo policial una vez al año. En ese chequeo se verifica que el armamento esté completo o su uso haya sido debidamente justificado.
Sin embargo, en algunas Unidades de Policía Comunitaria (UPC) en la provincia del Guayas, los uniformados no cuentan con armas de fuego.
En una UPC, ubicada entre haciendas bananeras, dos uniformados no portaban armas. Uno de ellos, graduado hace nueve años como policía, dijo que al principio si tenía armamento.
Sin embargo, esa pistola había sido facilitada por el Municipio de Guayaquil, mediante un convenio. Al obtener el pase a otro cantón, le tocó dejar el arma y todavía la entidad no le provee de una.
Su compañero, en cambio, tiene un año de graduado y no porta arma de fuego. Por eso está destinado a quedarse en el destacamento y si pasa alguna novedad, avisar por radio para pedir refuerzos.
Pero las quejas por falta de municiones no solo se presentan en las UPC, también son evidentes en unidades de Inteligencia. Un agente de la Policía Judicial también dice que le pidieron 25 de las 50 municiones recibidas inicialmente.
Además, tiene el problema con el gas pimienta y el chaleco antibalas. A eso se debe añadir la poca capacitación en el uso del arma de fuego.
Cuando realizó el curso para ser policía, tuvo un módulo de enseñanza para disparar y usar la pistola. Posteriormente, en otro curso, volvió a usar el arma. Desde entonces la tiene guardada en el estuche y la lleva por precaución.