Gino Palacios trabaja como guardia en el Hospital del IESS de Guayaquil
Desde el inicio de la pandemia, marzo del 2020, la Federación de Trabajadores de la Seguridad en Ecuador (Fenaspe) contó 98 personas contagiadas en diferentes puestos de trabajo. 20 fallecieron por complicaciones respiratorias. Hay personal que labora en casas de salud y tiene relación directa con usuarios contagiados. Aquí, cuatro historias:
‘Mis hijas saben que no las puedo abrazar al llegar’
Gino Palacios / Guardia en Hospital del IESS de Guayaquil
Trabajar en un hospital durante la pandemia ha sido muy duro. Nosotros tenemos el primer contacto con decenas de pacientes que vienen con síntomas de covid. A veces nos ponemos dos y hasta tres mascarillas al mismo tiempo, pero sí da temor.
Evitamos tocar a las personas; pero hay gente que llega muy débil y nos pide ayuda, entonces nos lavamos las manos de inmediato. Hay días muy difíciles.
Hemos visto llorar a familias enteras cuando muere un pariente. Con mi esposa y mis dos hijas hablamos mucho de esto. Vivimos en Isla Trinitaria, para reducir el riesgo de contagio tenemos un protocolo: llego y mi ropa va directo a una tina con detergente.
Rocío mis botas con alcohol. Me baño y me pongo ropa limpia. Mis hijas saben que no las puedo abrazar y evito besarlas. Por suerte nadie en la casa se ha contagiado.
Gino Palacios trabaja como guardia en el Hospital del IESS de Guayaquil
‘Visito muy poco a mis padres, para evitar los riesgos’
Jimmy Suárez / Guardia en Centro de Atención Cotocollao
Esto nos ha cambiado la vida en todo sentido. Por ejemplo, yo trabajo con un traje antifluidos que me dio la empresa, uso la mascarilla y un visor. Es que es duro esto. Es difícil ver cómo la gente se desploma antes de entrar.
A mí me ha tocado ayudar a meter en silla de ruedas a los pacientes que llegan tomados el pecho y desesperados porque no pueden respirar. Tengo 30 años.
Trabajo como guardia de seguridad hace 12 años. Estoy en este hospital desde hace un año y no había visto una cosa así. Soy del valle del Chota.
Allí viven mis padres, a quienes no visito desde hace tres meses. Trato de ir muy poco, porque sé el riesgo que implica trabajar en estos sitios.
Soy soltero, vivo con dos hermanos con quienes trato de no compartir nada. Cuando estoy en casa llevo la comida a mi cuarto, porque no me perdonaría si llego a contagiarlos.
Jimmy Suárez labora como guardia en el Centro de Atención Cotocollao, en Quito. Foto: Julio Estrella / El Comercio
‘Al día usamos dos mascarillas para evitar todo’
Rishon Cortés / Guardia Hosp. Bicentenario Guayaquil
Tengo 23 años y soy el jefe de los guardias de seguridad. Llegué a este sitio hace un año, justo cuando la Alcaldía de Guayaquil decidió reconstruirlo para ayudar a las víctimas del covid-19.
Desde entonces, manejamos un protocolo de bioseguridad muy estricto. Usamos dos mascarillas diarias y cada uno tiene alcohol para frotarse en las manos constantemente. Mi familia conoce el riesgo que tengo de contagiarme.
Cada vez que regreso a casa me tienen listo un balde con agua caliente en la puerta. Me desvisto en el patio y coloco mi uniforme ahí. Luego me desinfecto con alcohol y entro a bañarme. Ya no queremos volvernos a enfermar.
En agosto pasado, mi madre, mi esposa y mis dos hermanos se contagiaron. Vinieron al hospital por medicamentos. Por suerte, ninguno tuvo síntomas graves. Salimos adelante.
Rishon Cortés es guardia en el Hospital Bicentenario de Guayaquil
‘He visto a mucha gente llegar con coronavirus’
Luis Cargua / Guardia del Hospital del IESS Quito Sur
A mis padres no los he visto desde febrero, cuando los visité en Los Ríos. Ahí conversé con ellos, pero no me quedé mucho tiempo. Hay que prevenir. Ellos viven en Montalvo, Babahoyo. Yo trabajo en Quito. Desde agosto del 2020 estoy en el hospital IESS Quito-Sur.
Trabajo en el ingreso a emergencias. Es un área a la que llega gente complicada con síntomas de covid-19. Por eso me da temor de contraer el virus. En casa, apenas llego me quito toda la ropa, uniforme, chaleco y las botas. Me pongo sandalias y voy directo a bañarme.
Luego me cambio, recojo el uniforme y lo lavo. Después veo a mi esposa y a mi hija de 7 años. No las abrazo, no estamos juntos. Incluso comemos en sitios alejados. Hay que hacer eso, porque estoy muy expuesto.
A más de pasar en un área muy sensible del hospital, me movilizo en bus todos los días.
Luis Cargua trabaja como guardia en el Hospital del IESS Quito Sur