Víctor Jiménez, director de la Comisión Interinstitucional de Educación Vial.
¿Cuánto se ha avanzado en el país, en materia de cultura y seguridad vial?
No hemos avanzado un ápice. El problema de la accidentalidad vial es un tema cultural y sobre todo de actitud ciudadana. La única manera de revertir ese mal es con educación y con la aplicación de la Ley. Eso no se puede lograr de la noche de la mañana. Se deberá trabajar integralmente con al menos tres generaciones para poder lograr cambios sustanciales.
¿Qué está fallando ?
La persona que conduce es la que decide si conduce con exceso de velocidad o si se cruza un semáforo en rojo. Con las nuevas generaciones se deben reforzar las políticas de educación vial. Con los adultos, en cambio, hay que aplicar la Ley con cero tolerancia. Cambiar sus malos hábitos es más complicado.
¿Cómo actuar en relación con el sistema de justicia?
En el 2009 se registraron 880 000 contravenciones. De ese total, solo el 5% fueron juzgadas. ¿Qué pasó con el resto? Evidentemente hubo impunidad y es la mejor muestra de que el sistema de justicia está fallando. La gente cree que puede cometer una infracción de tránsito sin ser castigada por ello.
Existen personas que han perdido más puntos de los permitidos en la Ley y pese a ello siguen conduciendo en las calles del país.
Eso es otro problema de la administración de justicia. Los jueces no alcanzan a despachar todos los casos que conocen. El Consejo de la Judicatura debe crear en este año 37 juzgados de contravenciones y 28 juzgados de tránsito. Si se cumple con eso habría mayor capacidad para cubrir los requerimientos de tránsito.
¿Cómo lograr la aplicación de la Ley cuando existe un déficit del personal policial encargado de controlar las normas de tránsito?
Es verdad que para poder sancionar a todos los infractores se requiere de una legión de vigilantes de tránsito, pero las nuevas tecnologías son una alternativa para cubrir esos requerimientos. Las cámaras ocultas en sitios neurálgicos de la ciudad, por ejemplo, pueden grabar las placas de los autos para luego ser sancionados. Eso implica contar, además, con todo un sistema electrónico que no tenemos, pero que hay que crearlo con urgencia.
Mientras eso ocurre, ¿qué pasa con los policías encargados del tránsito?, ¿están preparados para hacer cumplir la Ley?
No podemos menoscabar la función del policía o del vigilante. Hay que empoderarlos para que su autoridad no se ponga en duda. El ecuatoriano no está acostumbrado a respetar a la autoridad y por eso también no respete las normas de tránsito. Hay que entender que aunque una Ley sea injusta es nuestro deber acatarla porque es la Ley.
¿Cuál es el nivel de responsabilidad de los peatones en los accidentes de tránsito?
El 93% de accidentes se produce por factor humano. De ese total, el 8% es causado por imprudencia de los peatones, según los partes policiales. Ese porcentaje es altísimo. Basta con salir a las calles y ver todo lo que los peatones hacemos; toreamos los carros, corremos, gritamos. Somos peatones temerarios. Se expone la vida de la forma más absurda. El espacio público debería ser un espacio de convivencia ciudadana. No pertenece al peatón o al conductor y por eso debemos utilizar el espacio público de manera inteligente. 11 personas mueren a diario por accidentes.
¿Qué pasa con los ciclistas?
Defender los derechos de cada actor vial está bien, pero no puede darse en desmedro de los otros. Para eso está la Ley, para establecer los límites de cada actor.
¿Las campañas que se han promocionado para cambiar la cultura vial en medios de comunicación han arrojado resultados?
No digo que no se hagan. Cualquier iniciativa para promover la cultura vial está bien. Sin embargo, no se logran resultados. Estos esfuerzos son aislados, no obedecen a un patrón ni están sustentados en el tiempo. En Ecuador no existe una estrategia integral de seguridad vial que aglutine a todos los actores viales.
¿Qué efectos han tenido los cursos de capacitación en los colegios donde, por ejemplo, se muestran imágenes duras sobre muertes y accidentes de tránsito?
Funcionan porque sacuden la conciencia. En ese sentido creo que la Dirección Nacional de Tránsito de la Policía ha hecho un excelente trabajo en los colegios. Ecovial también ha participado y ha comprobado que con esas imágenes impactantes se generan cambios actitudinales.
En las escuelas de conducción los aprendices de conductores también observan esas imágenes, pero al terminar el curso a muchos se les olvida. ¿Qué ocurre?
He conversado con instructores de Aneta y otras escuelas y lo que he visto es que durante el curso los muchachos son muy cuidadosos, respetan todas las normas y conducen bien. Pero el momento en que obtuvieron la licencia se olvidaron de todo. Salen a la calle y se creen corredores de Fórmula Uno y no respetan a nadie. Se debe entender que aunque se tenga la mejor Ley de Tránsito del mundo esta no servirá de nada si las personas no cambian de actitud.