Galápagos se convirtió en punto estratégico para traficar cocaína

En febrero pasado, la Armada Nacional localizó 700 kg de cocaína en las islas Galápagos. La carga iba a EE.UU. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

En febrero pasado, la Armada Nacional localizó 700 kg de cocaína en las islas Galápagos. La carga iba a EE.UU. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

En febrero pasado, la Armada Nacional localizó 700 kg de cocaína en las islas Galápagos. La carga iba a EE.UU. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

Guatemala se ha convertido en el punto de llegada de la mayor parte de cargamentos de droga que salen vía marítima desde Ecuador. Emisarios de organizaciones criminales mexicanas, especialmente de los carteles de Los Zetas y del Pacífico, operan en ese territorio centroamericano y reciben los grandes alijos de cocaína.

Agentes locales lo admiten e incluso aseguran que actualmente el océano Pacífico es el principal corredor para trasladar los estupefacientes desde Perú, Ecuador y Colombia hacia Estados Unidos y Europa.

En este escenario, las islas Galápagos se han posicionado como un punto estratégico de las mafias. Las redes delictivas se reabastecen de provisiones y de combustibles para las embarcaciones que salen de Manta, Esmeraldas, según investigaciones de la Fiscalía.

Diego Pérez, exfiscal provincial de Esmeraldas, advierte que las organizaciones criminales utilizan toda la red portuaria internacional del país (cuatro puertos comerciales públicos, nueve privados y cinco puertos pesqueros regulares) para sacar los alcaloides.

El amplio espacio acuático impide que el control sea total y efectivo. La Organización Mundial de Aduanas revela que solamente se logra inspeccionar el 2% de los contenedores comerciales que circulan vía marítima, a escala global.

En Ecuador, la situación tampoco es alentadora. Las autoridades portuarias apenas pueden revisar el 20% de las exportaciones, según el último informe del Departamento de Estado de Estados Unidos.

El mes pasado, Fernando Noboa, máximo jefe de la Fuerza Naval, reconoció las falencias operativas. Lo hizo ante el ministro de Defensa, Ricardo Patiño, en Guayaquil, cuando asumió la Comandancia.

“Muy respetuosamente me permito mencionar que en la actualidad la Inteligencia en los espacios acuáticos no está siendo efectiva y esto conlleva a no alcanzar los resultados que como fuerza marítima quisiéramos”, admitió el oficial.

A este déficit operacional se suman los diversos mecanismos que emplean los narcos para mover la cocaína por el mar. No solo contaminan las embarcaciones que llevan productos lícitos. También emplean barcos pequeños de pesca, submarinos semisumergibles, autopropulsados y embarcaciones ‘go-fast’.

En febrero pasado, por ejemplo, agentes antinarcóticos ejecutaron la operación denominada Bruja del Mar. Los investigadores cruzaron datos con Inteligencia colombiana y descubrieron que una red transnacional utilizaba las playas de Manabí y de Santa Elena para enviar el estupefaciente hacia Centroamérica, usando lanchas rápidas.

Los sospechosos reclutaban a pescadores artesanales para movilizar el alcaloide. Días antes de esa incursión, EL COMERCIO reveló que al menos 300 pescadores de Manabí, Esmeraldas, Guayas, Santa Elena y El Oro purgaban penas en cárceles de Estados Unidos, Guatemala y Colombia, tras ser arrestados en alta mar con cargamentos de cocaína.

Este fenómeno ha relegado el uso de avionetas. Desde el último año, la Policía ya no ha detectado aeronaves, cuando antes era usual. Solo entre junio del 2012 y diciembre del 2014, Inteligencia localizó ocho naves. Una de estas incluso se accidentó en Pedernales cuando transportaba USD 1,3 millones. Murieron dos mexicanos.

Los investigadores aseguran que los carteles mexicanos dejaron de usar este medio de transporte por la poca capacidad de carga. Allí solo pueden movilizar entre 400 y 600 kgs de cocaína. Y es más complejo el reabastecimiento de combustible. En cambio, las embarcaciones tienen capacidad para llevar hasta 3 toneladas.

En febrero del 2015, por ejemplo, la Armada localizó 2 toneladas de cocaína a unas 100 millas náuticas al sur de Galápagos. En esa operación hubo nueve detenidos.

Los informes policiales refieren que los sospechosos zarparon del puerto de Manta, en un barco pesquero denominado Jack Mar. En las islas, el grupo delictivo cargó los alijos de clorhidrato de cocaína.

Además, estudios del Centro de Análisis y Coordinación Marítima para Narcóticos refieren que el océano Pacífico se convirtió en la principal ruta del tráfico de drogas debido a “que el mar es tan grande que tiene lugar para todos”. Es decir, los carteles mexicanos ocupan espacios diferentes y no hay enfrentamientos.

Actualmente, entre el 70% y 80% de la cocaína que se consume en el mundo se transporta a través de rutas marítimas, principalmente del Pacífico, donde están los principales productores de la droga (Colombia, Perú y Bolivia).

Ese dato aparece en una investigación denominada ‘Mares de cocaína, las rutas náuticas del narcotráfico’, de la mexicana Ana Lilia Pérez.

La escritora dice que es “muy común” que sumergibles o lanchas rápidas se aproximen a buques petroleros y buzos coloquen la droga debajo de las embarcaciones. Los cargamentos van soldados y con GPS para monitorear su recorrido. En algún punto del mar, esas cargas se desprenden de los barcos petroleros y son arrojadas con boyas, que son recogidas por otras embarcaciones, detalla Pérez en una entrevista hecha por la Flacso-Quito.

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