Francisco Proaño Arandi. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
Entrevista a Francisco Proaño Arandi, escritor y diplomático.
En el 2015 se registró una salida masiva de cubanos desde la isla. De forma irregular ellos intentan llegar a Estados Unidos. El problema se agudizó en el último año a tal punto que países como Colombia y los de Centroamérica han cerrado sus fronteras para evitar el paso de esos grupos humanos ¿El gobierno de La Habana ya no da garantías para que sus ciudadanos se queden?
La crisis de migrantes cubanos no es nueva. Desde que triunfó la revolución en ese país se han registrado flujos de ciudadanos cubanos en sucesivas etapas. En principio esto se debía a motivos políticos, gente que no estaba de acuerdo con el nuevo orden instaurado quería irse a EE.UU. Así hubo otros hechos. Y esto último es un poco curioso.
¿Por qué?
Porque se inscribe en un momento de mejoramiento, de normalización de las relaciones diplomáticas con el principal antagonista de Cuba, es decir, Estados Unidos.
Entonces, ¿cómo entender este fenómeno?
Yo creo que esto se da porque las condiciones económicas en Cuba no se han modificado de manera sustancial. Cuando llegó al poder Raúl Castro se inicia una serie de reformas aperturistas, favoreciendo a algunos emprendimientos privados. Pero igual la situación económica es difícil. Primero por el bloqueo económico. Luego por la conducción errónea, que concentra en el Estado central la economía. Esto produce que muchos sectores no puedan desarrollarse como quisiera la propia revolución. Los profesionales no encuentran un ámbito para desarrollar sus capacidades y conocimiento. Y quizá todo eso influye en que a pesar de esta normalización de las relaciones con EE.UU. haya una salida de ciudadanos.
Pero también hay el temor de que con este acercamiento se terminen las prebendas migratorias que los cubanos tienen para llegar a los EE.UU.
Esa legislación de que ciudadano cubano que logra pisar suelo norteamericano tiene la residencia indudablemente es un incentivo para estos ciudadanos que salen de su nación. Pero también están las mafias de trata de personas. Es decir, hay un problema humanitario que hemos visto en el pasado y que ahora estamos sintiendo más agudamente. Por otro lado, causa extrañeza que países como Ecuador que siempre ha sido respetuoso de la institución del refugio ahora deporte a los cubanos.
Sin embargo, Fidel Castro, el líder de la Revolución Cubana, aún es un ícono dentro y fuera de la isla. ¿Cómo entender eso?
La revolución de 1959 fue realmente un hecho que partió en dos la historia de América Latina y abrió una gran esperanza en los pueblos. Pero las circunstancias históricas afectaron eso. Está demostrado que la excesiva concentración del poder y de la administración económica a la final es negativa para el desarrollo.
Y es todavía más negativa cuando se concentra en una sola familia…
Claro. La gente lo que quiere es un nivel de vida mínimamente confortable, mejor educación para sus hijos, tener una vivienda digna. En Cuba, la gente está reducida a las limitaciones económicas y busca en otras partes una respuesta a sus aspiraciones. Además es una población que está altamente capacitada. En ese sentido puede decirse que la revolución ha llegado, desde hace algunos años, a un límite.
Entonces, ¿Fidel Castro ha sido el líder de un proceso político fallido?
Claro. Lamentablemente, por las circunstancias aludidas, sin duda la revolución está ya en el límite con el fracaso y ya es hora de que haya un cambio cualitativo que los mismos cubanos esperan que se produzca.
En ese sentido ¿Cuba y la izquierda mundial tienen algún motivo para celebrar el 90 aniversario de Fidel Castro que se cumple la próxima semana?
Como figura no podemos negarlo, pero lamentablemente ha vivido demasiado para ver que su proceso está llegando al límite insostenible.
En el fondo, ¿Fidel y sus ideas son los causantes directos de este éxodo humanitario que vive Cuba?
Es una de las causas. Las políticas de concentración de la economía en pocas manos y en las manos de los dirigentes son una de las causas de la situación económica cubana. Es el fracaso de una utopía.
Con estos antecedentes ¿el tema migratorio ya es una crisis humanitaria?
Pienso que sí, porque cuando hemos visto la desesperación de los ciudadanos cubanos en Quito por no ser deportados, ser legalizados, por lograr que se les permita el paso a otra parte significa que ahí hay un problema humano, económico, social y de derechos bastante agudo. Pienso que vivimos un problema humanitario que debe ser resuelto de manera humanista.
¿Cómo? ¿La región, los organismos internacionales deben movilizarse?
Sí. Esto exige que los organismos internacionales, los defensores de los DD.HH., los observatorios de situaciones económicas se pronuncien y propongan posibles soluciones. Lamentablemente muy poco de eso existe.
Ahora, en Venezuela sucede lo mismo. La gente está saliendo de ese país.
Lo que se demuestra con esto es que hay un fracaso de los modelos económicos concentradores. Lamentablemente, hay que decir que los países que sigan con esa receta están abocados a ese fracaso.
Trayectoria
Diplomático y escritor. Ha vivido en Cuba, en la ex Unión Soviética, ex Yugoslavia, Albania, Nicaragua, Costa Rica, Colombia, El Salvador, Argentina y EE.UU. Nació en Cuenca en 1944. En los años 60 formó parte de los movimientos de vanguardia, como el grupo Tzántzicos y la revista La bufanda del sol. Es autor de novelas como ‘Antiguas caras en el espejo’.
Su idea
Dice que “hay cierta hipocresía en la comunidad internacional y cierta renuencia a meterse en los problemas” que se presentan en Cuba. Asegura que Ecuador pudo haber dado refugio a los isleños, así como lo ha hecho con personas de otras partes, como Colombia.