Este 17 de marzo se conmemoraron los 188 años de la Batalla de Tarqui. Soldados del Ejército desfilaron en la Esmil, al norte de Quito. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
En 22 minutos, el general Edison Narváez, máximo jefe del Ejército, repasó la historia de esa Fuerza militar. Habló de la Batalla de Tarqui, de las nuevas amenazas que enfrenta el país, como el narcotráfico, el crimen organizado y la trata.
Pero también dedicó los minutos finales de su discurso a pedir la unidad del país.
“Invoco a sosegar las pasiones, a vencer el egoísmo, a derrotar el desánimo, el odio y la ambición”, sostuvo ayer, 17 de marzo, Narváez en la Escuela Militar Eloy Alfaro, en Quito. Allí se desarrolló la ceremonia por los 188 años de la Batalla de Tarqui.
A unos cuatro metros del atril estaban los ministros de Defensa, Ricardo Patiño; y de Seguridad, César Navas. Ellos solo escucharon y al final aplaudieron. La intervención de Narváez también levantó aplausos de otros oficiales.
El general, que ayer asumió públicamente la jefatura de la Fuerza Terrestre, tras el cese anticipado de Luis Castro, también llamó a “construir juntos el futuro de Ecuador”.
A esa cita no asistió Castro. En el Ejército advierten que, por lo general, a los cambios de mando siempre acuden los comandantes salientes.
En la tarde, EL COMERCIO habló con la familia de Castro y esta dijo que tomaron esa decisión por la forma cómo se dio la salida del general de FF.AA.
Castro fue parte del Consejo de Generales que el 20 de febrero, es decir, un día después de las elecciones, pidió que se respetara “sin condición ni presión alguna” el pronunciamiento de los ciudadanos.
13 días después de ese mensaje, el presidente Correa firmó el Decreto 1333 y destituyó al jefe del Ejército y en su reemplazo nombró a Narváez.
El 6 de marzo, tras conocer la decisión del Primer Mandatario, Castro “exhortó” a los soldados a que “continúen brindando seguridad al proceso electoral, para que se respete la sagrada voluntad del pueblo”.
El Mandatario luego indicó que el general le hizo un grave daño al país, porque lo retrasó a 30 o 40 años “al poner nuevamente a las FF.AA. como los árbitros de la democracia”.
Ayer, Narváez advirtió que “la institución militar constituye el crisol de la nacionalidad”. Además, dijo que trabajará para fortalecer la institucionalidad del Ejército, “para consolidar su estructura y mantener el sagrado compromiso de defender la Patria y proteger a la ciudadanía”.
Tras su intervención llegó el turno de Patiño. El secretario de Estado se dirigió a los militares y habló otros 22 minutos.
El funcionario señaló que la ceremonia castrense era “fundamental” para recordar la Batalla de Tarqui, una gesta a la que calificó de “heroica”.
“Fue en la época de construcción de la República. Y la recordamos en momentos en que también la República se consolida. En épocas en que la equidad, la justicia, el bienestar de un país se consolidan”, dijo Patiño a los soldados.
Y luego les agradeció por su trabajo y entrega en la reconstrucción de las ciudades afectadas por el terremoto del 16 de abril y por la seguridad que desplegaron en las últimas elecciones. Al terminar su discurso no se oyeron aplausos.