Vestido con una impecable chaqueta verde agua y un pantalón negro de casimir, César Fernández, ex gobernador de Manabí, atravesó a las 17:40 de ayer la pesada puerta gris de metal del ex penal García Moreno de Quito.
En medio de una leve lluvia, el ex empresario manabita caminaba lentamente del brazo de su hija, Ana Fernández, y acompañado de su yerno, Humberto Zúa, y de otro hombre, quien se identificó como guardaespaldas. Fernández lucía en su cuello una pesada cadena de oro y en la mano derecha, un anillo.El atuendo de Fernández fue traído desde Manabí. A las 14:00, una camioneta gris doble cabina se había detenido frente al ex penal. De ella descendieron su hija, su yerno, el hombre de seguridad y el abogado de Fernández, Édison Loaiza. Ellos ingresaron con tres mudadas de ropa, para que el ex gobernador escogiera qué vestir y estuviera “con buena presencia” al salir, manifestó el guardaespaldas.
Zúa llevaba la boleta de excarcelación, emitida por el Tribunal I Penal de Manabí. Estaba contento por la liberación. “Es una felicidad enorme para toda la familia Fernández”, señaló.
En el 2004, ese Tribunal había condenado al ex gobernador a 16 años de reclusión, como cómplice de una red mexicana de tráfico de drogas. La sentencia fue ratificada en el 2005 por la Sala Penal de la Corte de Portoviejo.
El 14 de abril pasado, el juez de la Primera Sala Penal de la Corte Nacional de Justicia, Hernán Ulloa, redujo la pena del ex funcionario manabita de 16 a 12 años. Su defensa pidió que se aprobara el 2×1 y consiguió la libertad para Fernández, quien ayer cumplió 2 290 días en prisión (6 años, seis meses y 10 días de reclusión por narcotráfico).
Loaiza dijo ayer que es probable que Fernández se pronuncie hoy sobre la supuesta intervención de la asambleísta Scheznarda Fernández en su liberación. Un colaborador de la familia señaló que él se encuentra molesto por esa información, que se difundió desde la Asamblea Nacional.
El asambleísta Jorge Escala (MPD) denunció un posible nexo entre la reducción de la condena para Fernández y el archivo del juicio político al fiscal general, Washington Pesántez.
“Qué sospechosa la reducción de la sentencia del señor César Fernández, tío de doña Scheznarda Fernández (asambleísta independiente)”, señaló Escala.
Él insinuó que la legisladora había votado en contra del juicio político a Pesántez, a cambio de que la Fiscalía frenara el proceso que tenía abierto en contra de Ulloa, por un fallo en un juicio del Ministerio del Deporte. Hernán Ulloa calificó a ese pronunciamiento como una “tamaña barbaridad y ridiculez”.
Ayer en las afueras del ex penal, el movimiento aumentó cerca de las 17:00. Dos guardaespaldas de la familia Fernández sacaron una maleta grande y fundas medianas. Allí había fotos de la familia y ropa que el ex gobernador había vestido en el presidio.
Al dejar el panóptico, Fernández permaneció en silencio. Solo abrazó a familiares que habían llegado en otros tres vehículos. “No va a hablar, no va a decir nada”, dijo uno de los allegados, mientras extendía un paraguas.
Su abogado aseguró que su cliente visitaría de inmediato a un médico, para hacerse exámenes por las dolencias en la pierna y por hipertensión. No descartó permanecer unos días en Quito. Cuando las luces que alumbran el ex penal comenzaron a encenderse, por la neblina que copaba el lugar, Fernández se dirigió a una camioneta de color rojo.
Solo su familia pudo acercarse. Tres guardaespaldas vestidos de negro lo siguieron de cerca hasta que ingresó al 4×4. Tras un forcejeo con camarógrafos, cerró las puertas y los autos se alejaron por el centro de Quito.