Una mujer detenida, de Cuba, tuvo que ser atendida por paramédicos de la Cruz Roja debido a que tenía cólicos renales. Foto: Alfredo Lagla / EL COMERCIO
Por casi 40 horas, entre las 02:40 del 6 de julio y las 19:00 del día siguiente, Odalis C., su esposo e hijo de 10 años estuvieron privados de su libertad. Ellos son oriundos de Cuba y fueron aprehendidos en el parque El Arbolito, tras un desalojo realizado el miércoles pasado.
Este 8 de julio, tras haber recuperado su libertad luego de la audiencia de acción de deportación, Odalis narró que durante el tiempo que permanecieron aislados identificó a cuatro menores de edad, incluido su hijo, en las mismas condiciones.
“Me siento desprotegida totalmente. Si aquí fueron capaz de violar los derechos de los niños qué más puedo esperar para mí. No tengo a dónde acudir”, expresó.
Esta familia, que pasó junto con sus compatriotas por 25 días realizando manifestaciones para solicitar una visa humanitaria a la Embajada de México, contó que en la Unidad de Flagrancia -donde estuvieron retenidos luego del desalojo- no se permitió que abogados defensores saquen a los niños de ese lugar.
Yamilca H., otra cubana quien debía comparecer a su audiencia el 8 de julio, evidenció también parte de la realidad que está atravesando este grupo de migrantes, después del desalojo del parque.
Esta mujer fue atendida el 8 de julio en la mañana por paramédicos de la Cruz Roja, en la puerta del bus que la transportó a la Unidad de Contravenciones. Tenía cólicos renales desde hace cinco días, contó Liliet S., compañera de Yamilca H..
Tras la evaluación de los profesionales, la mujer quien sollozaba por el malestar, fue trasladada a una casa de salud. “Las condiciones donde nos tienen son pésimas no tenemos aseo ni nada que comer”, dijo Liliet.
Para sensibilizar a la gente sobre la situación que atraviesan los migrantes, Geovana Tipán, activista por los derechos humanos, realizó una campaña para romper los estereotipos sobre esas personas.
La iniciativa consiste en entregar adhesivos con frases alusivas a la realidad que atraviesan algunos extranjeros. En estos se lee: “Soy un migrante, no un delincuente“, “En mi país yo también fui a la Universidad”, “En algún lugar del mundo yo también tengo una familia”.
Los adhesivos se entregaron este viernes en los exteriores del Tribunal de Garantías Penales, en la avenida 10 de Agosto y Murgeon.