Excomandante de la FAE Raúl Banderas: 'En la guerra del Cenepa derribé un avión Sukhoi de Perú'

Excomandante de la FAE Raúl Banderas. Foto: Archivo / EL COMERCIO

Excomandante de la FAE Raúl Banderas. Foto: Archivo / EL COMERCIO

El 6 de febrero de 1995, Perú pierde un avión Camberra. Parece que se cayó por el mal clima o el terreno, pues el 7 y el 8 ya no volaron. Durante el 9 cambiaron su estrategia y comenzaron a hacer ataques diurnos. Eran muy predecibles. Despegaban de Talara (base militar) y ascendían para cruzar la Cordillera. Nuestros radares de tierra les captaban y nos daban la alerta.

El 9 salí en una misión y no logramos identificar ni verlos, porque había muchas nubes. En esa época era mayor de la Fuerza Aérea Ecuatoriana. Ahora soy teniente general en servicio pasivo y fui comandante de la FAE.

Teníamos que verlos para poder derribarlos. El 10 actuaron casi igual. Iban, lanzaban las bombas y salían los aviones. No tenían un blanco exacto. El estruendo era tremendo. Caían árboles, pero en ningún bombardeo la Fuerza Aérea del Perú causó bajas en nuestros soldados.

Nosotros estábamos en alerta. Estábamos en Charlie 2 (nivel de alerta que indica que deben estar con todo el equipo y preparados para despegar). A mí me tocó estar listo a las 12:00. Había calor y humedad en Taura (Guayas).

En 1995, el excomandante de la FAE Raúl Banderas era mayor de la Fuerza Aérea Ecuatoriana. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

A las 12:30 nos ordenaron que despeguemos. Salimos dos Mirage y dos K-fir. Debíamos ejecutar una planificación que la hicimos el día anterior; es decir, los primeros a gran altura (30 000 pies) y los otros a baja altura para despistar al enemigo en caso de que nos descubrieran.

Teníamos que estar en una zona cercana a Coangos. Hicimos un holding (círculos en el aire) para patrullar. Todo fue casi igual a las otras misiones. De pronto, detecté en mi radar dos ecos. Enganché a las otras aeronaves (el radar emite señales que permiten conocer la velocidad y el tamaño de los objetivos), le avisé al capitán Carlos Uzcátegui que estaba en el otro avión.

Comenzamos a seguirlos y a 10 millas se me perdieron de las pantallas del radar, se desconectaron. Ese día había muy pocas nubes y aunque ya no los veíamos en el radar sabía que estaban por ahí.

Dirigí mi avión hacia Coangos, aunque nos habían dicho que no volemos sobre el sector. Le dije al capitán Carlos Uzcátegui, otro piloto que estuvo en la misma misión, que teníamos que ir.

Buscamos con la mirada. Alcancé a ver a unos siete kilómetros dos puntos muy pequeños que subían. Los perdí de mi radar, porque ellos habían descendido para lanzar las bombas. Cuando ascendieron los seguimos. A unos seis kilómetros de distancia ya tenía el pito que me anunciaba que podía disparar, pero no sabía qué aviones eran. El sonido era muy fuerte durante ese momento de tensión.

Excomandante de la FAE Raúl Banderas derribó un avión de Perú el 10 de enero del 2020. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

Ante la duda, comenzamos a llamarles a los K-fir ecuatorianos, a la escuadrilla Broncos y no nos contestaban. Había interrupción en las comunicaciones. Así que nos acercamos más. Nunca nos vieron y nos colocamos detrás. Íbamos acelerando y cuando estábamos siguiéndolos mi radar warning (un instrumento que avisa si la aeronave es amenazada) tenía una luz y un audio. Eso ya nos había pasado días atrás y significaba peligro.

Pensamos que eran los Mirage 2000 de Perú que venían atrás, que estaban lejos, pero que nos seguían así no los estuviésemos viendo. Nos engancharon. Eso hizo que yo me apresure y me acerque a los aviones que estábamos persiguiendo.

Pude ver la forma del Sukoi. Ese no era un avión ecuatoriano. Vi la silueta, la nariz cortada y disparé el misil. El avión trató de virar, pero fue tarde.

Impacté al primero y Uzcátegui disparó al segundo. Entre ellos tenían unos 300 metros de distancia. Al que yo le di seguía echando humo negro y volaba. Yo tenía que decidir muchas cosas en pocos segundos. Pensaba en los aviones que estaban siguiéndonos. Pensaba en que si no derribaba a los otros por completo, podían dar la vuelta y dispararnos.

Entonces decidí disparar el segundo misil que hizo una curva e impactó en la mitad del avión. Se hizo una bola de fuego y el avión se paró y comenzó a caer. Ahí le comuniqué al capitán Uzcátegui, que vayamos hacia el norte y bajemos. El también disparó, pero no estaba seguro de haber impactado, porque no explotó.

Comencé a llamarlo, pero no me contestaba. Queríamos evitar la amenaza que teníamos atrás. Seguramente los pilotos de los aviones derribados alertaron a sus compañeros que nosotros los íbamos siguiendo.

Perdí la comunicación con él. Pensé que lo derribaron. Pero fue un alivio escuchar que me contactó. Todo esto pasó en segundos, pero me pareció una eternidad. A lo que regresábamos nunca vimos a los otros aviones que supuestamente nos estaban amenazando.

Después de ese momento, la adrenalina era total. Cuando llamé a la defensa aérea les dije muy claro “copia-resultados. Dos Sukoi derribados, dos SU-22 derribados”.

Cuando llegamos a Taura todos los técnicos, oficiales y aerotécnicos estaban ahí. Nos recibieron con abrazos. Tengo una foto bajando del avión luego de la misión. Aparezco despeinado.

Fueron segundos de inmensa emoción, pero nos tocó continuar en alerta. Artillamos los aviones de nuevo y esperábamos una posible represalia de Perú, pero esta nunca llegó.

Luego nos enteramos que los peruanos tenían pocas naves y no tenían la capacidad que nosotros pensábamos. Desde el 10 de febrero pararon los bombardeos. Solo tuvieron aviones de búsqueda para encontrar a sus tripulaciones.

Ese mismo día (10 de febrero), los K-fir se encontraron con aviones A-37. Hubo dudas, porque Ecuador tenía similares naves. El líder del escuadrón disparó a un avión cuando supo que eran peruanos. Ese día derribamos a tres naves.

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