Sobre el pequeño escritorio del despacho del fiscal René Astudillo descansan las 600 hojas que componen el proceso por la muerte del general retirado Jorge Gabela Bueno. Los documentos están apilados en una esquina, divididos en seis carpetas amarillas.
Astudillo, fiscal de Samborondón, la jurisdicción donde fue victimado el general hace más de un mes, muestra las diligencias emprendida en torno al caso.
Desde que se inició el proceso no se han identificado testigos presenciales del hecho, tampoco existen detenidos.
Los cuerpos del proceso contienen las versiones de amigas de Anahí, la hija mayor del general, de vecinos de la urbanización donde vive la familia y de empleados del conjunto privado.
En el proceso se recogen también las declaraciones de Patricia Ochoa, esposa de Gabela, y de Anahí, la hija menor del matrimonio. Esas versiones resultan fundamentales dentro de las investigaciones de la Fiscalía.Gabela, quien se desempeñó como comandante de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE) hasta febrero del 2008, fue baleado en su casa, en la vía a Samborondón, la noche del pasado sábado 18 de diciembre. El general murió diez días después, luego de tres operaciones infructuosas para salvarle la vida, en el Hospital Luis Vernaza de la ciudad de Guayaquil.
Meses antes, el general había expresado frente a la Comisión de Fiscalización de la Asamblea sus dudas con respecto a la adquisición por parte de Ecuador de los helicópteros indios Dhruv.
Aquel sábado de enero, cuando fue victimado, la esposa de Gabela y la hija de la pareja presenciaron cuando el general fue baleado en el portal de ingreso de la vivienda. “Mi esposo bajó en pijama las escaleras. Entonces fue baleado”, relató la esposa.
En un primer instante, se habló de un robo común. Sin embargo, por las versiones entregadas por la viuda y la hija menor, la Fiscalía indaga bajo la presunción de un crimen.
La familia de Gabela señaló a dos personas como quienes, en diferentes circunstancias, amenazaron al general.
Al respecto, la Fiscalía solicitó que rinda su versión el general (sp) Rodrigo Bohórquez, quien reemplazó a Gabela al mando de la FAE. Bohórquez, quien dejó la Comandancia de la FAE en febrero del 2010, es acusado por la viuda de Gabela por lanzar amenazas en contra de su esposo.
En la indagación la Fiscalía también espera receptar la versión de Manuel S. M., quien se halla detenido en una prisión, pero por causas diferentes a las que ahora se investiga. Astudillo receptará esa versión dentro del reclusorio, como parte de una diligencia prevista para el próximo viernes 11.
Tito Quintero, el abogado de la familia Gabela, sostiene que la versión de Manuel S. M. es trascendente. “El fue un militar subalterno del general Gabela que está preso por estar involucrado en una presunta venta de tierras. Gabela lo sancionó cuando ejercía como comandante de la FAE, y este militar en respuesta presentó una acción legal”. El Fiscal, sin embargo, aseguró desconocer por qué está recluido Manuel S. M. ni si ocupaba un rango en las Fuerzas Armadas.
Con relación a la investigación por robo común, la Fiscalía de Samborondón analiza una serie de evidencias: videos obtenidos de la vía de ingreso a la exclusiva urbanización, una bala disparada hallada en la vivienda, y huellas dejadas por los presuntos victimarios del general, entre las principales. Los resultados de los análisis de esas pruebas se mantienen todavía en reserva.
Dentro de las diligencias el Fiscal pidió a la Concesionaria Norte (Conorte) la entrega de los videos de vigilancia de las cámaras situadas en la estación de peaje de Samborondón.
El Fiscal cuestionó además la falta de seguridades dentro de la urbanización aquella noche. Por ello llamó a declarar al jefe de la guardia del conjunto privado, a la persona de la guardia de aquella noche y a vecinos de la familia.
“Nos parece una coincidencia que precisamente el sábado 18, el día en que balearon a Gabela, no se dispusiera de un guardia privado en la garita de acceso”.
Según las declaraciones de los habitantes de la urbanización y del jefe de la compañía de seguridad, eso se produjo porque cuatro días antes había fenecido la directiva del conjunto habitacional, dirigida precisamente por Gabela. “Por eso, los guardias contratados por la anterior directiva dejaron de laborar y, justo ese sábado, solo hacía guardia el portero”, se detalla en las versiones rendidas.
Según la Fiscalía, el portero no tenía las habilidades para la vigilancia y el control del ingreso de extraños al conjunto privado.
En la garita de ingreso a la urbanización existe un intercomunicador con conexión a las viviendas. Sin embargo, aquel sábado Gabela y su esposa no fueron alertados del ingreso de un vehículo con dirección a su residencia.
El vehículo seguido detrás al auto que conducía la hija menor de Gabela. Ambos autos ingresaron y, cuando la hija de Gabela se bajó, fue empujada al interior por los victimarios del general.
La viuda de Gabela rechaza que su hija haya sido víctima de un intento de secuestro exprés. Cree que quienes ingresaron detrás de su hija, pretendían en realidad matar al ex militar.
Por ello, la familia del militar exige a la Fiscalía que indague en torno a las supuestas amenazas que recibió Gabela mientras era comandante de la FAE y meses después, cuando se refirió a la adquisición de los helicópteros.
La Fiscalía aún no ha podido receptar la versión del general Bohórquez. Esto porque, según Astudillo, desconocen su lugar de residencia para poder notificarlo. “Pedimos a la FAE que nos remita copias certificadas de la hoja de vida y demás datos domiciliarios del pronombrado, para con ello señalar fecha y lugar para que rinda su versión”, indicó el Fiscal.
Guayas
Rubén G.
Víctima de la delincuencia en Guayas.
‘Nos apuntaron con un arma’Mi compañero y yo somos cobradores motorizados de un almacén de venta de electrodomésticos, en Samborondón.
El martes salimos a una zona alejada para realizar un cobro, en una casa blanca de dos pisos. Cuando estábamos retirando y nos subíamos en la motocicleta, salieron de la nada dos sujetos. No vimos de dónde aparecieron. De pronto me halaron por la espalda y me tiraron al piso. Cuando me iba a parar me pusieron un revólver. Como eran dos, el otro apuntó con otra arma a mi compañero.
Nos gritaban: ¡No nos vean, o les damos bala! A mi compañero le pegaron un cachazo. Luego se treparon en nuestra moto e intentaron prenderla. Pero como no pudieron hacerlo amenazaron a mi compañero para que la encendiera.
Era una motocicleta Yamaha 125, que nos dio el almacén para hacer los cobros en sectores alejados del cantón. Mi compañero que conducía ya presentó la denuncia en la Fiscalía.
En esta zona hace falta más vigilancia porque los asaltos en las zonas alejadas se han vuelto comunes. La Policía debería hacer más patrullajes para frenar la inseguridad.
La propuesta
Juan Carlos Andueza /Vicariato de Aguarico
La convivencia ayuda más
Una buena convivencia con los vecinos garantiza mucho la seguridad. Para eso hay que acabar con el individualismo e interesarse por la otra parte, aunque claro tampoco meterse hasta en su cocina.
En eso de mejorar la relación comunitaria, me sorprendió la actitud de los estadounidenses. Me llamó la atención cómo el director de un gran hospital se comprometía directamente con su entorno. Él no se hacía problemas en barrer la entrada de su casa y platicaba con naturalidad con una señora empleada de la casa de al lado. Ese tipo de actitud mejora la vecindad.
Una buena idea sería formar células de unos 10 compañeros y conversar sobre la seguridad y más cosas de la vida diaria. Si mejoro la relación con mis vecinos, podemos por ejemplo estar pendiente de lo que pueda pasar con la seguridad en las casas del vecindario.
Otra estrategia es la estabilidad laboral. Si la gente tiene empleo, ayudará mucho a mejorar la seguridad en la comunidad.
También hay que vencer el concepto erróneo de que nadie nos obligará a respetar la ley. Pensamos que más me costará eso antes que comprar a alguien encargado de aplicarla.
Ante la inseguridad, tememos a salir en la noche para evitar ser víctima de un delito. Es una pena que perdamos esa posibilidad de disfrutar la libertad de transitar. Siempre sospechamos del vecino o del que está al lado.