Apareció en el 2005. La Policía Judicial la conoce con el nombre de ‘wash and wash’, una estafa originaria de África y que ha provocado pérdidas millonarias a empresarios del país.
La última víctima fue Néstor (nombre protegido). Hace dos semanas, el esmeraldeño entregó USD 31 000 a un extranjero que le prometió duplicar el dinero “de forma mágica”.
Inteligencia revela que para convencer a los empresarios, los grupos delictivos hacen una prueba ‘in situ’. Colocan un billete real entre dos papeles negros y después de un proceso químico estos se aclaran y se convierten en dinero legal.
En realidad se trata de billetes oscurecidos con tintura de yodo. Los estafadores usan un reactivo para aclararlos. Con esa demostración, la víctima entrega altas sumas de dinero.
El 19 de julio, el extranjero citó a Néstor en La Mariscal, en el norte de Quito. Recogió los USD 31 000 y luego de ocho días le devolvió un maletín. “Vi la plata, pero al contar solo unos billetes eran reales y el resto papeles negros de cartulina”, relata el esmeraldeño.
Este no fue un caso aislado. Muchas víctimas han sido estafadas así -dijo el 17 de marzo Ramiro Ortega- jefe de la Policía Judicial (PJ) de Quito. Ese día, los agentes capturaron a tres africanos y a un ecuatoriano.
Según el oficial, los sospechosos “pedían a los empresarios esperar ocho días hasta que se secaran los químicos y el dinero se duplicara”.
En la PJ conocen casos de personas que entregaron USD 30 000, 50 000 y hasta 200 000. En el operativo de marzo, los uniformados decomisaron químicos, algodón, cartulinas negras recortadas del tamaño de billetes y efectivo.
Néstor dice que empeñó su automóvil para “invertir” los USD 31 000. Ahora corre el riesgo de perder su vehículo. El Ministerio del Interior, en un comunicado, señala que estos casos ocurren por la “ambición” de las víctimas.
Contratos falsos de trabajo
Pero los grupos delictivos también juegan con la desesperación de la gente. Anteayer, la Brigada Anticriminal de la Policía detuvo en Guayaquil a un hombre que fingía ser oficial de la Fuerza Naval del Ecuador.
El supuesto teniente prometía a jóvenes ayudarles a ingresar a la Armada a cambio de pagos previos de entre USD 3 000 y 4 000. Los investigadores presumen que por ahora hay unas 15 víctimas que depositaron esos valores en una cuenta bancaria particular.
El sospechoso citaba a los adolescentes en los exteriores de la propia Base Naval para evitar que haya dudas de su identidad, según Interior.
En Esmeraldas ocurrió algo similar. Una mujer contactó a un grupo de personas que publicaron en Internet sus hojas de vida. Les prometió un contrato en una empresa reconocida. Antes, debían depositar USD 200 en una cuenta. Lucía (nombre protegido) lo hizo.
La víctima denunció a este Diario que tras el pago, la sospechosa no volvió a contestar las llamadas ni los mensajes en Whatsapp. “Tengo el documento del depósito y también las capturas de pantalla de las conversaciones que mantuve con la mujer”, comenta Lucía en una entrevista telefónica.
La Policía Nacional recomienda acudir a entrevistas formales en caso de ser contactado para un puesto de trabajo.
El ‘loteriazo’
Es una vieja estafa, pero en el país la Policía todavía reporta denuncias bajo la modalidad del ‘loteriazo’. Hace dos semanas, la Unidad de Inteligencia Antidelincuencial (UIAD) capturó a tres extranjeros que operaban afuera de entidades financieras y centros comerciales de la capital.
En este delito, los grupos delictivos utilizan un falso boleto de lotería premiado. Previamente hacen ‘inteligencia’ a los clientes que retiran dinero de las sucursales financieras.
Uno de los sospechosos se acerca a la víctima y finge no saber leer ni escribir. Pide que le ayuden a cobrar el premio a cambio de una comisión. La Policía revela que como “garantía”, el supuesto ganador de la lotería solicita un monto de dinero. Las víctimas lo hacen y acuden a las oficinas a cobrar el premio. En ese momento se dan cuenta del engaño.
El coronel Ramiro Mantilla, comandante de Policía de Quito, pide a la “ciudadanía no dejarse sorprender” y “nunca confiar en desconocidos que se le acercan afuera de los bancos o centros comerciales”.
El ‘cambiazo’
Sobre una de las paredes del Centro Comercial Montúfar, en Quito, hay un cartel que advierte a los clientes de una estafa conocida como el ‘cambiazo’. Se trata de la venta de celulares de alta gama a precios baratos.
Los sospechosos usan la carcasa de teléfonos Samsung o iPhone y adentro colocan un jabón para dar peso. En agosto pasado un hombre compró uno de estos celulares en USD 50, en la Plaza del Teatro.
La víctima relató a la Policía que el aparato estaba en perfecto estado: vio la cámara, la pantalla… y decidió comprar. No lo encendió porque el estafador le dijo que la Policía estaba cerca y podían confiscarle el equipo.
Cuando se alejó se dio cuenta que adentro solo había un jabón envuelto con cinta adhesiva…