Los cuerpos de los niños Aron Castro y Yamiled Erazo fueron enterrados en el cementerio de El Chaco, provincia del Napo. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
En las bóvedas 33 y 38 del cementerio de El Chaco, en Napo, fueron depositados los féretros de los niños Aron Castro y Yamiled Erazo.
Eran las 10:00 de este lunes, 5 de septiembre del 2016, cuando los padres de los infantes se despedían por última vez de sus hijos. “Cachito, cachito, despierta mijo”, repetía gritando Susana Díaz, madre del pequeño Aron.
Su tío también le daba pequeños golpes a la tapa del ataúd. “Hicimos todo para encontrarte”, dijo antes de empujar la caja hasta el fondo de la bóveda.
Lo mismo hizo con el féretro de Yamiled. “Los encontramos niños, descansen en paz”, repitió el hombre.
Los padres de la menor, abrazados lloraban mirando como dos albañiles tapaban con cemento y ladrillo el nicho. “Se me fue mijita”, decía en voz baja la mujer.
Hasta el campo santo llegaron autoridades de la provincia de Napo y una comitiva de unos 30 profesores de la escuela del Milenio de Santa Rosa, una localidad ubicada a cuatro kilómetros de El Chaco.
Precisamente a esa institución viajaban los mueve niños el día que se accidentaron.
De ellos solo tres han sido sepultados. Los demás continúan desaparecidos desde el 15 de junio pasado.
Hasta el momento se han encontrado y sepultado tres los ocho niños que estaban desaparecidos desde el 15 de junio pasado luego de un accidente en El Chaco. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Esos momentos fueron recordados por Laura Granda, una de las profesora de los menores. La funcionaria rezó por sus alumnos y dijo que sus voces se extrañaran en el recreo. Hoy inicia el nuevo año escolar pero desde las 12:00 se alzara una capilla ardiente en memoria de los pequeños.
La profesora abrazó a los padres de los niños y se retiró. Lo mismo hicieron vecinos que desde la noche de ayer permanecieron en el cementerio.
El párroco de El Chaco, Patricio Castro, también se mostró consternado por la muerte de los infantes. En su sermón dijo que “no es normal enterrar a niños de tan corta edad”.
“Lo natural es que los hijos entierren a sus padres, no los padres a sus hijos”. Por eso pidió a las familias que apoyen a los padres de los niños y rezó por ellos. En ese momento la abuela de una de los infantes gritó y se desmayó.
Luego el párroco bendijo los féretros y nuevamente pidió por “los angelitos”.
A las 10:30, las tumbas quedaron selladas. En las lápidas se colocaron rosas blancas y poco a poco la gente empezó a marcharse.
Unos acompañaron a las familias hasta sus casas y otros se trasladaron al río Oyacachi. Allí están cuerpos de rescate buscando a los otros seis menores. Para la tarde se prevé hacer un barrido en toda la zona para rastrear los cuerpos.