Lo invitaron a una fiesta y, cuando llegó al lugar, sus anfitriones lo golpearon con un bate y un destapador de cañería.
Era una trampa y durante cuatro horas fue golpeado; quemaron sus genitales y sus pezones con pitillos de cigarrillo.
Él es un ecuatoriano de 30 años y su nombre se mantiene en reserva. Los vecinos y amigos lo llaman ‘La Reina’ y es otra víctima de la reciente ola de odio contra los gays. El ataque ocurrió en la av. Osborne en el Bronx, una de las áreas pobladas de latinos.La Policía de Nueva York no ha identificado a la víctima ni a los otros dos jóvenes de 17 años que hace ocho días también fueron golpeados en la misma casa y por esta misma pandilla, que se hace llamar los Latin Kings Goonies.
Ninguna de las víctimas murió. La ciudadanía y el alcalde de la ciudad, Michael Bloomberg, han rechazado y expresado su indignación por lo que pasó.
“Como muchos neoyorquinos estoy horrorizado y entristecido por lo sucedido y por la intolerancia que condujo a esto. Quienes lo cometieron deben saber que no vamos a tolerar ni dejar que se alimente este tipo de odio”, manifestó Bloomberg.
Los atacantes están entre los 16 y 23 años. Ocho están detenidos y uno está prófugo y se desconoce su nacionalidad.
A los dos adolescentes de 17 años, de quien la banda sospechaba que eran gays, los acorralaron en la calle y los llevaron al edifico abandonado en distintas horas y los torturaron. Los agresores creían que los jóvenes eran amigos de la víctima ecuatoriana.
A uno de ellos, tras la golpiza, para que revelara el nombre del ecuatoriano, lo sacaron a la calle y le advirtieron que no dijera nada a la Policía. Él acudió a un hospital y justificó las heridas diciendo que fue asaltado.
Dos horas más tarde emboscaron al otro adolescente. A este, tras una paliza, no lo dejaron salir y lo forzaron a propinar puñetazos en el rostro y quemar el cuerpo con cigarrillo a la víctima ecuatoriana que llegó más tarde a la supuesta fiesta, según el parte policial.
Los pandilleros fueron al departamento de la víctima ecuatoriana que vivía con su hermano. Allí lo golpearon y se llevaron un televisor, USD 1 000 y las tarjetas del banco pago.
El hermano de la víctima también es ecuatoriano. Lo dejaron atado, pero logró zafarse los pies y pidió auxilio a los vecinos. Ojos, nariz y boca estaban cubiertos con cinta adhesiva. “Por favor ayúdenme, Dios, llamen a la Policía”, fue el clamor, según contó una vecina al The New York Post.
“Los sospechosos atacaron nueve contra uno, y los pone en la categoría de depredadores, cuyos crímenes son tan cobardes como despreciables”, dijo la máxima autoridad de la Policía, Ray Kelly.
Christine Quinn, una abierta defensora de los gays y lesbianas, explica que esa cobardía no representa a todos los neoyorquinos”, en eso coincide Sharon Stapel, directora del Proyecto Contra la Violencia en Nueva York, para quien esto no es “un problema solo de gays o de heterosexuales, este es un problema de todos y tenemos que exigir que pare”.